Fan Fiction

...Music ...

miércoles, 22 de junio de 2011

La Bruja ...

¿Por qué nuestros instintos nos conducen a la violencia? He estudiado durante mucho tiempo las interacciones entre las distintas especies. El innato deseo por la supervivencia parece demandar la muerte de otro. ¿Por qué no pueden ayudarse los unos a los otros? Muchos creen que el mundo fue creado a través de la mano divina. Pero lo único que veo es que es el trabajo de un loco, que acepta la celebración de la Muerte, la destrucción y la desesperación ...

Altaïr dejó caer su pluma y se quedó contemplando las últimas tres palabras escritas en su cuaderno, donde recopilaba sus reflexiones, compartía sus conocimientos y demás inquietudes desde que fue nombrado nuevo líder de la Hermandad. María le contemplaba desde una esquina, como si se tratase de un gato en plena vigilia, con sus enormes ojos cristalinos que no perdían detalle de lo que acontecía a su alrededor.

-¿Qué escribes con tanto fervor en ese cuaderno?- preguntó ella, apoyando su barbilla sobre las manos cruzadas que reposaban sobre sus rodillas.

-Sí sabes árabe, tal vez pudieras leerlo por tí misma ...

- Nunca me atreví a aprenderlo ... Me parece demasiado complicado con esa caligrafía extraña que tenéis.

-Entonces, te quedará con la intriga ...- contestó con una sonrisa burlona el joven asesino.

- Tal vez ... Hasta que algún día te lo saque ...

- Esperaré impaciente que llegue ese día ... Solo por la mera curiosidad de saber cómo conseguirás hacerlo ...

- Si me soltaras, tal vez pudiera mostrártelo ...

Altaïr la miró durante un instante y de nuevo se volvió sobre el papel en el que acaba de escribir. La pluma vacilaba entre sus dedos manchados de tinta. Se había quedado en blanco. Era incapaz de pensar. Frustrado, dejó caer su pluma y cogió el cuaderno, para guardarlo de nuevo en uno de los bolsillos de su cinto. Ahmed entró en la habitación sin siquiera llamar a la puerta, y tomó sin dubitar el brazo de Altaïr para sacarlo del cuarto, dejando a María encerrada de nuevo.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Altaïr sorprendido.

- Los Templarios conocen este sitio ... Vienen a por ella.

-Es imposible que sepan ... ¿Quién nos delató?

- Puedes imaginar ...

Altaïr pensó en Barnabas, pero le costó reconocerlo ... Pero no podía sospechar de Ahmed, ya que no se podía imaginar alguna razón o evidencia para poder inculparlo. Ambos salieron de la guarida de los asesinos y pensaron que la mejor venganza posible sería que Barnabas se cabara su propia tumba y que se llevaran lo que buscaban, pues tenían información suficiente para continuar con la misión: no podían perder el tiempo en batallas cuando las dudas sobre el paradero de Adah todavía no estaba clarificadas. El tiempo corría en su contra. No podían permanecer tanto tiempo en la isla. Debían moverse rápido y no dejar evidencia sobre su paradero, ni acaso poner en peligro sus propias vidas.

-¿Y ahora que haremos?- preguntó Ahmed.

-Creí que eras tú el cerebro de las operaciones ... Cuéntame que más traman los Templarios y yo acabaré con sus planes ...

-Los Templarios están reclutando gente del pueblo que dicen poseer poderes especiales ... Debes encontrar a esas personas.

-¿Y no sabes cuál es su plan?

-No estoy tan metido en la cabeza de un Templario como para saber que pretenden ... Lo único que se con certeza es que debemos interceptar sus planes a toda costa ... Y no descartes la opción más radical ... No sabemos si los Templarios han podido secuestrar a esas personas o captarlas a modo de secta ... Ya que no sabemos a que podemos estar enfrentándonos.

-Está bien ... ¿Dónde se encontrar esos nuevos agentes?

-En el mismo castillo de Buffavento ... Ahora que te deshiciste de Moloch, no creo que encuentres una resistencia a la que no puedas hacer frente.

-Tienes razón ... Ahora recuerdo todo ... Perdóname, yo ...

-No hay tiempo siquiera para excusas ... Más vale que marches ya antes de que esa zorra nos pueda delatar.

Encontrarse de nuevo enfrente del castillo de Buffavento era como recibir un puñetazo limpió y rápido sobre el estómago. Altaïr contemplaba desconcertado, casi desorientado, buscando la manera de volver a introducirse sin que los guardias se percataran de su presencia. El asesinato de Moloch estaba demasiado reciente como para volver a introducirse sin ser detectado, pero no había tiempo que perder ... Puede que incluso la vida de Adah corriese peligro.

En aquel preciso instante, Altaïr escuchó la voz de Armand, con lo que no pudo evitar que el corazón le golpeara contra el pecho con extrema violencia. Hacía años que no escuchaba aquella voz ... Y tal vez ... Solo tal vez ... Quizás ... Adah ... Volteó para mirar tras su espalda, como si una mirada gélida le estuviera observando desde la oscuridad, entre las columnas de piedra. Adah, se escondió, encogiéndose lo máximo que pudo, mientras trataba de controlar su propia respiración. No quería que Él la viera, que supiera que estaba allí, observándole sin querer ser descubierta. Cuando llegó al Castillo, escuchó a Armand hablar con los guardias sobre lo ocurrido. Sabía que aquello solo podía ser obra de una persona. Pero solo quería verle, volver a comprobar si aquello que ansiaba realmente quería que se hiciera realidad. Pero, tras tantos años ... Aquello solo pareció un simple recuerdo, una emoción congelada en su pecho y que no ardió de deseo como ella esperaba. En aquel momento, se sentía capaz de sentir nada ... Habían pasado demasiadas cosas ... Quizás ... Solo, tal vez, quizás ... No, Ella no quería ... Por eso se escondía.

A Altaïr le ardía ya la garganta, la sensación de que Ella estaba allí, pero sus sentidos le fallaban. Estaba cegado. Se había quedado sordo. Era incapaz de poder hablar. Sentía que podía perder el equilibrio en cualquier momento. Las rodillas le fallaban. Entonces, un grito atronador le sacó de sus ensoñaciones y se puso en guardia. No podía ser. Se negó a si mismo lo que el instinto le dictaba ...

-Entonces ...- oyó la voz grave, pero tranquila de Armand- La chica huyó otra vez, ¿no?

Altaïr volvió de nuevo a la realidad, sintiendo un vuelco en el corazón, como si aquellas palabras confirmaran sus sospechas.

- Estoy seguro de que lo hizo con la ayuda de alguien .... Hace un momento, estaba encerrada ... Y al poco, ya no se encontraba allí ...

- ¡No me insultes, Shalim! Es bien conocida tu debilidad por las mujeres... Dejaste a tu guardia inconsciente y ella solo tuvo que salir de allí como si nada ...

-Yo la encontraré, Gran Maestre ... ¡Se lo juro! ...

-Entonces date prisa, antes de que ella conduzca a los Hashashins directamente hacia el Archivo ...

Entonces, vi como el hombre de la túnica púrpura emprendía en dirección hacia la salida que se encontraba detrás de Armand, pero éste, le paró posando bruscamente su mano sobre el hombro y aprentando con fuerza, con la intención de hacerle una última advertencia ...

-¡Oh, Shalim! Haz entrega de esto a Osman en Limassol ...

-Por supuesto, Gran Maestre ...

Altaïr no podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Qué pintaba Osman en todo esto? Sus puños se cerraron hasta que los nudillos se enrojecieron de la ira que le invadió en pocos segundos, hasta contraer sus articulaciones en una incómoda tensión. Debería acabar con aquello en cuanto pudiera e incerceptar al mensajero de Armand ... Así podría descubrir que se traían entre manos los Templarios y Osman ...

Bajó las escaleras sin pensarlo dos veces, guiado por la rabia en vez de la razón, como si en aquellos segundos reveladores, todo comenzara a tener sentido y pudiera ver el camino con mayor claridad ... Continuó dirigiéndose hace las oscuras y húmedas mazmorras, guiado por la intuición ... Como si pudiera ver corretear a Adah por los oscuros pasillos ... Escuchar el chapoteo de sus pies descalzos en los charcos que inundaban aquel siniestro lugar ... Ver su mano pálida deslizarse por las frías y verdosas paredes de roca ... Como unos cabellos serpenteantes se enredaban en el aire, a la vuelta de una esquina .... Y un aliento gélido le susurrara la dirección que debía tomar en cada momento ... Se encontró de frente de una gran puerta de madera, la cual empujó y vio como Adah caía al suelo encharcado, mientras un gran número de ratas se abalanzaban sobre su cuerpo ... Arrancando jirones de carne y piel como si se estuvieran dando el banquete de su vida ... Mientras el molesto chillido de aquellas criatura retumbaban en la cabeza de Altaïr como una intensa jaqueca ...

-Sangre pagana ... - susurró el bulto humano, con voz extremadamente ronca – Sé tu nombre, pecador ... Sé por qué estás tu aquí ... Dios guía mis garras ... Dios me ha concedido la fuerza para poder machacar tus huesos ....

El bulto se levantó súbitamente, arqueando la espalda hacia atrás. Sus cabellos, teñidos de un rojo intenso, parecido a la sangre fresca que emerge de las heridas, se elevaron como serpientes por encima de su cabeza. Era la Bruja. Su cuerpo se contrajo en movimientos extraños, como si cada miembro de su anatomía estuviese poseída por alguna fuerza maligna, hasta que sus ojos, inyectados en sangre se fijaron en el, con las pupilas completamente dilatadas. Altaïr se puso en guardia, esperando la embestida de aquella fuerza sobrehumana, emergida en forma corporal a través de aquella mujer ...

Cuando ella se echó encima de Altaïr, éste la detuvo anteponiendo sus brazos hacia delante. Con las manos, consiguió detenerla y al mismo tiempo, agarrarla por los antebrazos. Forcejearon hasta que la Bruja le golpeó su rodilla contra las costillas del joven asesino, lo que hizo que la soltara los brazos y pudiera atacar con sus afiladas uñas en su cara. Altaïr sacó su espada y la blandió sin dudar, golpeando con la hoja y el empuñadura de manera indiscriminada. A pesar de los múltiples cortes provocados por los ataques del Hashashin, ella parecía no sentir dolor, lo que la hacía aún más sobrehumana, incluso inhumana.

Aquello parecía no tener fin, pues si el contrincante era incapaz de sentir dolor alguno, era más difícil derrotarlo, puesto que es más complicado encontrar debilidad alguna. Altaïr sentía que aquello carecía de humanidad, de realidad, y en algún momento, pensó incluso que podía tratarse de un sueño, pues muchas de las cosas que habían acontecido recientemente, especialmente aquello relacionada con esa misión, parecían carecer de sentido. Alternando las piernas y los puños como técnicas de ataque alternativos, Altaïr parecía perder la esperanza de acabar con éxito con aquella misión, si ésta misma no acaba con él y con sus fuerzas.

Entonces, probó con un golpe bajo y contundente directo al tobillo, usando la hoja de su espada para aquel propósito. Ella no pareció sentir nada, pero su cuerpo no podía evitar el desgaste del combate, y aquel golpe hizo que su talón de Aquiles acabara partido en dos, con lo que en un movimiento desacertado, perdió el equilibrio completo de la pierna afectada y esto hizo que Altaïr tomara ventaja en la lucha. Con su antebrazo a base de escudo, se lanzó contra ella y acabó estampando a la joven contra una de las columnas que se encontraba en el recinto, que estaba casi en ruinas. Al tenerla inmovilizada y gravemente herida, era el momento preciso de terminar con todo aquello.

- La Gloria de Dios .... Soy Su instrumento ... El verdugo de Dios ... No tengo miedo ni al dolor ni a la Muerte ... - musitó ella.

- Tú fuiste Chipriota una vez, una mujer respetada y noble. ¿Qué secretos le contaste a aquellos endemoniados Templarios?- preguntó Altaïr, con una mezcla de compasión y desprecio en el tono de su voz.

- No sin propósito alguno trato miserablemente ... Por orden de Dios, soy Su instrumento ...

- Sea lo que fuere lo que los Templarios te hicieron, mi Señora, ellos te han hecho daño ... Perdóname por lo que tengo que hacer ...

Sin mediar más palabras, Altaïr empuchó su cuchilla y la clavó sin mayores contemplaciones en la yugular de aquella mujer. Los ojos de ésta brillaron y recobraron su color avellana natural. Brillaban una vivacidad que apenas se podría haber imaginado en el estado anterior a su Muerte en el que se encontraba ... Altaïr la dejó suavemente sobre el suelo encharcado, con el rostro mirando hacia un lado, como si estuviera viendo a un fantasma que se aleja de ella lentamente ... Unas lágrimas resbalaron por la línea de su nariz hasta tocar el suelo húmedo ... Dejando así el último rastro de vida ...