Fan Fiction

...Music ...

jueves, 28 de enero de 2010

Delirio ...


Al llegar a la casa de asesinos, Kadar alzó la mirada y vio entrar a Altaïr acompañado por una joven, cuyo rostro ocultaba bajo una tela roja que le sonaba tremendamente familiar. Dejó las cosas a un lado y se acercó a los jóvenes, saliendo de detrás del mostrador.

-¿Qué te trae de nuevo, amigo?

-Misión cumplida.

-Bien ...¿Y dónde está?-preguntó con impaciencia el anciana, mostrando la palma de sus manos a modo de no comprender. Altaïr señaló con la cabeza a su acompañante, la cuál bajó la cabeza en señal de timidez.

-¿Ella?-exclamó el viejo confuso y sorprendido al mismo tiempo- No puede ser tan sencillo …
-Aunque no lo creas, así es …

-Bueno, no debemos subestimar las apariencias, ya que todo tiene su por qué ...-se acercó un poco más a la joven, la cual abrió los ojos de par en par mostrando sus preciosos ojos pardos. Dio una vueltas alrededor de ella mientras la joven, cohibida, se encogía levemente sobre si misma- No veo nada extraordinario que la pueda identificar ...¿Estás seguro de …?

-Complemente-sentenció el joven sin dejar que el anciano terminase la frase. El viejo torció la boca desaprobando su actitud y se volvió al mostrador. Altaïr le siguió con la mirada mientras joven, completamente expectante, alternaba su mirada del viejo a su joven acompañante, del que todavía siquiera sabía el nombre.

-Deberéis descansar entonces … No creo que sea prudente andar ahora por la ciudad: los soldados estarán más alerta que nunca.

-Lo sé … Solo necesitamos un día.

-¡¿Uno?!-exclamó Kadar soltando una risa irónica.

-Llama a los demás o averigua tú mismo por donde se mueven los soldados, donde buscan y cómo interrogan: yo no puedo hacer nada más. Mañana nos iremos sabiendo o no esa información.

-Tengo que velar tanto por la seguridad de los miembros del credo presentes en esta ciudad como de la tuya propia: no seas tan altivo, no hay que precipitarse.

-Pero cuanto más tiempo pase, más difícil tendremos la salida de la ciudad.

-De momento cálmate y tómate un baño … Toma lo que te di la última vez y asegúrate que ella tampoco se altere. Lo demás corre de mi cuenta y no pienso dejaros ir sin tener cada rincón de esta ciudad asegurado como para que al menos podáis llegar hasta las puertas de la ciudad sin correr ningún tipo de peligro. Confía en mí.

El viejo le lanzó una mirada amenazante advirtiéndole que o le hacía caso o desobedecer tendría consecuencias graves para él en futuro, ya no solo su vida misma. Se volvió hacia la joven y con un gesto la indicó que entrase detrás del mostrador. Ella le hizo caso sin estar completamente segura de haber comprendido bien. Altaïr la siguió con paso firme y con cara de pocos amigos. No le gustaban que le diesen órdenes pero aún menos que modificasen sus planes sin que él tuviera derecho a defender su propuesta, por el mero hecho de ser todavía muy joven, a pesar de larga experiencia.

El anciano no se fiaba demasiado de su antiguo pupilo, pues conocía bien la personalidad impulsiva de éste. Cerró la puerta una vez que pasaron adentro y continuó con sus tareas de cartografía.

La joven miró a su alrededor sin saber qué hacer hasta que Altaïr le puso una mano sobre el hombro, cosa que hizo que diera un respingo de la impresión de una fuerte y gran mano. La sentía sudorosa a través de las telas. Se volvió, mientras se bajaba a los hombros la tela que cubría su cabeza. Se quedaron mirándose una rato hasta que Altaïr le pidió con la mano que le devolviera la tela. Al entregárselo, sus dedos se tocaron levemente. Pero ninguno de los dos sintió algo romántico en ese momento que hiciera que sus corazones palpitaran rápidamente.
Altaïr se quitó el cinto para volver a ponerse la tela como parte de su vestimenta, para después volverse a poner sus armas alrededor de la cintura. Ella pensó que un desconfiado patológico. Se acercó a una de las esquinas, donde había un tina de madera. Se sentó al borde, mientras notaba como la mirada de él la perseguía, vigilando cada paso que daba.

Se arremangó las mangas de su traje y dispuso espesa masa de cabellos a un lado de su cuello. Tomó un poco de agua en sus manos para mojarse la nuca. Hacía tanto calor. Echó la cabeza hacia atrás aliviada, mientras Altaïr observaba aquella hermosa imagen, mientras el perfil aguileño de la joven se dibuja por encima del muro de piedra irregular, sentado en un banquite. Sacó la bolsita que le recordó anteriormente Kadar de su cinto.

Buscó con la mirada y encontró la pipa sobre la mesa. Sacó unos cachitos duros y oscuros de la bolsita. Los apretó con fuerzas hasta que prácticamente esos cachos era un poco más grandes que motas de polvo. Puso también en la pipa un poco de hierba seca de color más bien bronce y marrón, y, chasqueando unas piedras, consiguió prender la pipa. Dio una profunda calada mientras la joven le miraba extrañada.

-¿Qué haces?-preguntó curiosa ella.

-Nada ...-dijo, echando la cabeza hacia atrás, con lo cual quedó apoyada contra la pared y soltó el humo descuidadamente por su boca.

Ella torció la boca y olisqueó el dulce perfume que comenzó a inundar la habitación. La mareo un poco y tuvo que amarrarse al borde de la tina. Le flaquearon las fuerzas y cayó al suelo con la tina, desbordando todo el agua de su contenido. El agua se deslizaba por el suelo arenoso y duro y comenzó a deslizarse por debajo de su cuerpo. Podía notar su gélido tacto calarse entre sus ropas y acariciar su piel. Sus caballos, esparcidos por el suelo, se mojaron, mezclándose al mismo tiempo con el barro que se había formado súbitamente. Se quedó tumbada, con los ojos cerrados y aspirando el aroma. Se sentía muy relajada.

Altaïr, al dar la segunda calada, vio confusamente a la joven tirada en suelo junto a la tina, que también se había volcado. Todo el agua había caído al suelo, hasta el punto incluso de llegar hasta sus mismísimos pies, pero el estaba embriagado por los efectos de la droga y ni siquiera se percató de aquel detalle. Dejó la pipa a un lado y, en un estado de suma irrealidad se dejó caer al suelo. Aquello se le había subido pero bien … Hacía tiempo que no tomaba.

Se movía lento en el suelo, al mismo tiempo que las imágenes de aquella habitación también acontecían de manera lenta. Estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada contra la pared. Vió confuso a la joven … Sus cabellos de ébano bailaban extrañamente sobre el gran charco que se había formado en el suelo. Su piel era puramente blanca … Podía adivinar las formas de su cuerpo a través de las ropas empapadas, que se pegaban a las curvas de la joven … Su boca se entreabría, roja como la fruta prohibida … Las pestañas oscuras descansaban sobre los sonrosados pómulos …

Su mano, relajada sobre el suelo, parecía llamarle, señalándolo con el dedo índice de manera apática … Aquello le traía recuerdos … Recuerdos de su adolescencia … Ella se tumbó bocabajo, con los cabellos cayéndose sobre su rostro como cascadas de aguas oscuras … Podía ver sus ojos pardos brillar a través de sus mechones ondulados … Las gotas se resbalaban y caían en el suelo produciendo un leve chapoteo que le hacía sobresaltarse … Ya de rodillas, la joven echó la cabeza hacia atrás, mientras los cabellos mojados se pegaban a las formas de su rostro … Se abrazaba a si misma, incitándole hacia el pecado … Sus pechos se dibujaban erectos y hermosos, como jazmines en flor …

Una pesadez en su cuerpo, que lo mantenía muerto sobre el suelo, le impedía poder acariciarla. Ella le llamaba moviendo sus brazos como si fueran olas que acariciaban el aire, mientras el cuerpo la seguía al mismo compás, con ondulantes movimientos … Era una serpiente que desafiaba a la ley de la gravedad con sus movimientos serpenteantes en el aire … Se sentía atraído por un fuerte magnetismo que no podía bien definir, pero que ya había sentido otras veces … Se acordó de su adolescencia … Pero esta vez solo era una mujer … No … Era una muchacha … Una muchacha vestida ordinariamente, sin adornos de oro ni ojos negros … Pero incluso en ese momento le pareció aún más atractiva que si hubiese estado vestida con las telas más ricas y de los colores más brillantes …

Su piel era blanca como la nieve … Le sonaba esa frase … ¿Sabría igual de fría y pura? El calor y el frío se mezclaban en su cuerpo, subiendo como corrientes de aire alternantes desde la punta de sus pies hasta recorrer toda su garganta, la cual sentía seca, pastosa … Si pudiera solo tocarla para romper aquel hechizo y poseerla … Una sonrisa maliciosa y disimulada se dibujaba en el rostro de la joven. La habitación daba vueltas alrededor de ella, al mismo tiempo que sus caderas subían y bajaban, formando ochos invisibles … En aquel momento se creía morir … Se creía de nuevo en el paraíso.



Los cabellos volvieron al rostro de la joven, que quedó con la cabeza gacha y los brazos colgando de sus hombros. Sus caderas habían parado … Cayó al suelo, apoyándose con los brazos en el suelo de una manera grotesca, con los codos bien altos, mientras los cabellos serpenteaban en el agua caída al suelo. Su cabeza se volvió a elevar lentamente … Pero su rostro ya no era el de antes. Sus ojos, abiertos de par en par, estaban enrojecidos, como si las venas hubiesen estallado al mismo tiempo cubriendo con espirales escarlatas todo el globo ocular … La pupila era alargada como los ojos de una serpiente …Su cuerpo se arrastraba como serpiente en el desierto por el suelo encharcados y embarrado … Se relamía los labios rojos e hinchados … Él seguía sin poder moverse, como si estuviera anclado a la pared … El miedo le invadió por dentro mientras observaba a la joven retorcerse de forma hosca, incluyendo la cabeza … Un líquido tibio le recorrió por el interior del muslo, deslizándose de manera descendente. Oyó el grito de un águila y luz cegadora se llevó la imagen burlesca de la joven serpiente …

Al abrir sus ojos, con la respiración agitada y el latir de su corazón zumbando en sus oídos, volvió en si, a la realidad de aquella habitación. La joven yacía en el suelo, aparentemente dormida, tal como la había visto antes de comenzar con las alucinaciones. Una mano reposaban en el suelo, cerca de su rostro, medio de perfil, y la otra sobre su abdomen. Dormía plácidamente con apariencia angelical … Kadar irrumpió en la habitación y le observó con el ceño fruncido.

-Te advertí que tuvieras más cuidado cuando “lo” utilizaras ...-dijo señalando a la joven tirada en el suelo.

Altaïr giró cansado la cabeza a un lado sin moverse de sus sitio, aunque ahora ya podía sentir los miembros de su cuerpo ...