Fan Fiction

...Music ...

jueves, 28 de enero de 2010

La Huída ...

La joven estaba tumbada boca arriba. No había más luz en el cuarto que la que entraba a través de la ventana, y ésta procedía de la Media Luna que adornaba el cielo, ahora oscuro como la boca de un lobo. Antes de acostarse, se quitó aquel incómodo traje, el maquillaje pegajoso que le habían puesto en el rostro y soltó sus cabellos, que a medida que avanzaban las horas cada vez le tiraba más desde la raíz.

Se dio la vuelta hacia un lado, dando la espalda a la puerta, para poder dormirse mientras observaba como las nubes iban pasando y ocultando la Luna detrás de sus esponjosas siluetas. Pero una silueta, que parecía un águila de perfil, se dibujó en el suelo mientras la puerta de madera se habría lentamente, haciendo un ruido metálico. Ella quedó paralizada, conteniendo la respiración a la expectativa de lo que iba a suceder.

Una mano firme y grande se posó sobre su hombro. Ella abrió completamente los ojos y pudo comprobar que era el mismo joven con el que se encontró hacía a penas unas horas en el balcón que daba a la cúpula de la Roca. El miedo la invadió por dentro temiendo por su propia vida. Pero recordó de que a pesar de que pudo haberla matado antes, no lo hizo. Entonces, sintió que no había vuelto para hacerlo.

-Tenemos que marcharnos deprisa …-dijo el joven en un susurro silbante, como el de una serpiente. Ella se levantó de la cama y se dio cuenta de que otra figura parecida vigilaba desde la puerta.

-¿Qué queréis de mí?-preguntó la joven en el mismo tono, a penas perceptible.

-Vístete: te llevaremos con nosotros.-contestó el joven árabe en tono brusco.

-Es por tu bien-mencionó el otro de manera conciliadora desde el umbral de la puerta.

La joven buscó las ropas claras que le dieron para llevar a diario y se tapó la cabeza, para poder confundirse más fácilmente con sus rescatadores. Dios había escuchado sus palabras … Había enviado a aquellos hombres, vestidos de blanco como los ángeles para sacarla de su cautiverio. Se puso sus sandalias e hizo una señal de asentimiento al joven encapuchado para indicarle que ya estaba lista.

El joven asesino la tomó sin ningún cuidado de la muñeca y tiró de ella, mientras su compañero miraba a ambos lados del corredor para comprobar si venía alguien. Con un gesto de la mano, los tres echaron a correr. Altaïr pensó que la huida no sería fácil, pues dudaba de que la joven tuviera la agilidad y habilidad suficiente para poder seguirlos, saltando de un sitio a otro con mucha rapidez.

Al estar en el corredor, Altaïr sugirió llegar hasta algún balcón cercano trepando de una viga a otra. Las palabras pronunciadas en árabe por el joven que la tenía sujeta por la mano no las entendía del todo bien, pues hablaba un dialecto distinto al que ella conocía, pero por intuición lo que decía no le hacía demasiada gracia.

El más mayor trepó por el muro de grandes piedras hasta alcanzar una de las grandes vigas de madera que atravesaban a lo largo el corredor. Entonces, el joven se dirigió hacia ella con gesto serio y en pocas palabras, le dijo lo siguiente:

-Tendrás que subirte a mi espalda. Tenemos que subir hasta donde se encuentra mi compañero y dudo que puedas trepar, así que te subiré yo. Agárrate fuerte, porque una caída a cierta altura puede ser peligrosa.

La joven asintió y Altaïr se dio la vuelta, agachándose ligeramente, con los brazos dispuestos a sujetar los muslos de la joven. De un salto, ella se subió sobre él y le rodeó el cuello con fuerza, pero sin llegar a asfixiarle. Las piernas de las jóvenes se entrecruzaron por delante del vientre de él, permitiéndole poder trepar con ambas manos, aunque el llevar un peso encima, por muy ligero que era éste, no le permitía demasiada movilidad.

Al alcanzar la altura en donde se encontraba su compañero, éste le señaló la dirección hacia la que debían dirigirse. Saltaron de una viga a otra, de vez en cuando subiendo y bajando, pero Altaïr con más lentitud, ya que un paso en falso o mal calculado podría hacerles caer a ambos. Pronto escucharon pasos y quedaron quietos, tras las sombras, a la espera de que pasara la guardia y no advirtiera su presencia.

Una vez pasado el peligro, llegaron, subiendo hacia arriba de viga en viga hasta una zona abierta, por la que después pasaron a trepar por el muro hasta alcanzar la parte alta y plana del castillo, donde lo único que tenían que hacer era correr. Gracias a la excelente forma física en la que Altaïr se encontraba, la joven no tuvo que bajarse de las espaldas de éste. Pero de repente, un grito agudo pero masculino en medio de la noche los dejó completamente helados: un guardia los había descubierto.

-¡Seguid vosotros! Yo los distraeré, así también ellos se dividirán al buscarlos … Esconderos en cuanto les hayáis perdido de vista- una vez dicho esto, Ayman se separó de los dos jóvenes y comenzó a correr en dirección hacia el guardia que los había delatado.

Ella se bajó de su compañero y se dejó agarrar de la muñeca. Comenzaron la huida. Ella tenía miedo de no estar a la altura de su acompañante. Corrió hasta que le dolía, pero nunca echaba la vista hacia atrás para no rendirse. Estaba oscuro y trataba de poner los cinco sentidos en cada paso que daban.

En un giro brusco, llegaron al borde del muro y entonces ella se le quedó mirando horrorizada.

-¡¿Qué haremos ahora?!-preguntó ella, a punto de tener un ataque de nervios. Él permanecía impasible.

-Salta.

Ella tragó saliva y cerró los ojos. No le dio tiempo a pedirle ayuda al Señor, cuando él tiró de su mano y ambos cayeron al vacío. Las ropas traspasaban sus ropas y se enredaba entre sus cabellos. El pañuelo que llevaba en la cabeza se había desprendido. Notó como la mano de éste le soltaba. Entonces, pararon súbitamente. Al abrir los ojos, notaba como si por todas partes estuviera rodeada de heno. Intentó reincorporase, pero el cuerpo del otro joven se puso encima suya, tampándole al mismo tiempo la boca.

-Shh ...-susurró- No te muevas hasta que yo te lo diga …

Así pasaron un rato. Por su parte, ella lo estaba pasando mal, no solo por el cuerpo de aquel hombre sobre ella que le hacía un poco de daño, sino también por el hecho de estar teniendo un contacto tan íntimo con él, aunque no hubiera segundas intenciones ello. Era una especia de placer y molestia al mismo tiempo. Una sensación que la confundía pero que a la vez deseaba …



-Ya podemos levantarnos, pero hazlo rápido, por si acaso tenemos que salir de nuevo corriendo …

Él dio el primer paso y después extendió su mano para ayudarla a levantarse. Él miró a ambos lados para comprobar que la calle estaba más desierta de lo que en un primer momento pensó. Ella mientras se quitaba el heno enredador en el pelo. Le miró y sintió que le imponía mucho. No tendría más edad que ella, pero aún así lo notaba lejano y distante, como un adulto. Le tocó el hombro para apartar el heno y el se volvió bruscamente alertado. Ella simplemente le sonrió con temor.

-Buscaremos un sitio donde pasar el resto de la noche ...-comenzó él, con voz segura y suave- Es más seguro que andar por las calles corriendo a estas horas … Además, debes descansar.

Caminaron rápidamente hasta introducirse por completo en la ciudad, donde estarían lejos de las miradas de los vigilantes nocturnos que se paseaban por los muros y torreones que custodiaban el castillo. Pasaron por varios callejones estrechos hasta que él decidió donde pararse. Le señaló unas escaleras que subían a un tejado, como invitándole a subir por delante de él. Así lo hizo sin pronunciar palabra alguna.

Al llegar arriba del todo, se quedó esperándole, aunque no tardó a penas unos segundos en alcanzarla.

-Y ahora, ¿qué?

-¿Ves esa arcada de allí con cortinas de tela? Allí pasaremos lo que queda de noche … No es muy confortable, pero es un buen sitio donde esconderse … En cuanto descubran tu desaparición, nos buscarán por todas partes, menos ahí.

-Entiendo ...-dijo la muchacha con la mirada perdida, mientras se encaminaba hacia donde el joven le había señalado.

Altaïr la siguió mirando a ambos lados por si alguien los estaba espiando o los había seguido sin que se dieran cuenta. Una vez que la joven se introdujo dentro, él se metió también ...