Fan Fiction

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jueves, 28 de enero de 2010

Miradas Cruzadas ...

Altaïr y Ayman habían conseguido infiltrarse dentro del castillo debido a la poca atención que mostraban los guardias a la hora de montar guardia mientras otros compañeros y sus superiores se divertían dentro de la fiesta. Había mucha vigilancia puesta fuera del castillo, pero a penas un alma se movía dentro de aquel sitio frío y de grandes dimensiones.

-Bien …¿Dónde crees que podrían estar los aposentos de Lord Basilisk?- preguntó con prudencia Altaïr mientras observaba las infinitas puertas y portones que se disponían a los largo del gran corredor.

-Tendremos que esperar a que pase la fiesta y suban a retirarse a las habitaciones … No queda otra. Conozco perfectamente donde está exactamente colocado cada guardia, pero en cuanto a donde se pueden alojar los peces gordos, no llegué nunca a averiguarlo … Hubiera levanto demasiadas sospechas.

-También podríamos interrogar a una sirvienta …-sugirió mientras se crujía los nudillos.
-No podemos confiar en ellas … Ni tampoco podemos matarlas después de interrogarlas, ya que iría contra las reglas de la Hermandad …-calló súbitamente al escuchar unos pasos que se acercaban y treparon rápidamente hasta que se quedaron escondidos encima de unas vigas de madera.

La joven pasó arrastrando los pies. Se quedó un momento parada enfrente de la puerta que daba a su cuarto y lo pensó varias segundos antes de tomar la decisión de entrar o no. Altaïr se dio cuenta de que era la muchacha que antes le estaba mirando en la fiesta por el color negro de sus cabellos y el rojo encendido de sus ropas.

La joven dio media vuelta y cambió su dirección, para dirigirse hacía el balcón. Le pareció que sería hermoso contemplar una vez más la cúpula dorada de la Roca a la luz de la Luna, sabiendo que nadie la molestaría, incluida la anciana. Altaïr observó sus pasos y murmuró a su compañero:
-Tengo que seguirla …

-¡¿Estás loco?!-trató de contenerse Ayman de gritarle furioso-¿Acaso no escuchas cuando te hablo?

-Esa joven me vió en la fiesta … Tal vez nos pueda servir de ayuda.

-Te he dicho que esas muchachas no son de fiar …¿Harás caso alguna de vez de lo que te digan tus compañeros? Esas chicas con capaces de vender su alma al diablo por unas monedas de oro con la mayor astucia posible … ¡No son más que cortesas!¿Es que no entiendes el concepto?
-No parece como las otras … No es extranjera.

-Pero tampoco es de los nuestros …

-Me expondré a ello … Tengo muy poco tiempo y muchas cosas que hacer como para tener la suficiente paciencia para esperar a que esos malditos Cruzados se diviertan y acaben rendidos …-dicho esto, siguió la sombra alargada de la muchacha saltando de una viga a otra, mientras su compañero le miraba con rabia desde el otro extremo. “Maldito Altaïr”, pensó para sus adentros.
La joven se apoyó sobre el balcón y contempló las estrellas qué parecían estar deslucidas debido a las luces que desprendían las grandes antorchas del jardín. Notó una presencia detrás suya que le pareció fría como el hielo. Miró de reojo a la blanca figura que emergía desde las sombras.
-No hace falta que me ates de pies y manos …-se dio la vuelta y estaba cara a cara con el ángel que le pareció ver en los jardínes por la tarde- No pienso gritar ni luchar contigo … No tengo miedo.

Altaïr se quedó un poco sorprendido por la actitud de la joven. Volvió sobre sus pasos hasta conseguir que su rostro se mantuviera en las sombres y ella no pudiera reconocerlo. Ella se quedó impasible mirándole. El silbido del viento rompió aquel silencio cortante y gélido.
-¿Qué quieres?- le preguntó la muchacha- ¿Eres algún enemigo?

-Busco a Lord Basilisk …-contestó directamente Altaïr, intentando hablar en la lengua de la joven. Tenía razón, no era extranjera como las otras muchachas- ¿Puedes decirme donde se encuentra?

-Hablas con demasiada confianza …¿Eres un asesino?-ella se dio la vuelta para volver a ver la cúpula dorada.

-No puedo revelarte mis intenciones … Solo contesta a mi pregunta y te dejaré en paz.
-¿Confías en que no te delate?-giró el hermoso rostro hacía el joven asesino, mientras algunos cabellos se desprendían del peinado a causa del viento, que comenzaba a levantarse con fuerza.
-Si no me das razones para ello, no tengo por qué hacerte daño.

-No conozco a ese hombre-contestó con indiferencia la muchacha, mientras apoyaba su barbilla en el bordillo y miraba de un lado a otro a las gentes que continuaban incansablemente bailando. Parecían pequeñas hormigas.

Altaïr perdía la paciencia con facilidad, pero se contuvo a utilizar la amenaza, mostrándole la cuchilla que escondía en el interior de su antebrazo.

-Es importante …Es una parte clave para mi misión.

-¿En serio buscas a ese hombre? Entonces dudo que sea importante …-la joven intuía quien podría ser ese tal Lord Basilisk, pero temía las intenciones de aquel hombre. Nadie se merecía morir, ya que nosotros no teníamos derecho a decidir sobre la vida de los demás, por muy crueles que fueran nuestros enemigos.

-¿Sabes acaso quién es y lo que hace? Seguro que te trajo aquí como esclava y a ti te da igual, porque estás demasiado ciega para ver más allá del lujo que te ofrece y las mentiras que te cuenta …

Ella se dio la vuelta furiosa por las palabras del aquel impertinente. Se acercó a él, adentrándose incluso en las sombra y con los ojos cristalinos, se encaró ante él con una fuerza que Altaïr nunca creyó capaz de ver en una mujer.

-Tú no sabes quién soy ni por qué me encuentro aquí … Así que no juzges antes de hablar. No sé quién eres ni me importa, pero no creas que voy a ayudarte o colaborar en el asesinato de ningún hombre o mujer. Ante todo, tengo mayor respeto a la vida de la que tú podrías tener jamás.
Al fin pudo ver los ojos del aquel hombre misteriosos a pesar de la oscuridad en la que estaba sumidos. Eran oscuros y tenían una mirada profunda que le hacía más humano de lo que en un primer momento pudo sospechar. Un largo momento que pareció detenerse en el tiempo se quedaron sosteniéndose la mirada el uno al otro.

Aquellas palabras que pronunció la joven con suma seguridad le parecieron las palabras de una ignorante de la vida. Era demasiado inocente para poseer la malicia que había mencionado Ayman sobre las otras chicas … Pero entonces, ¿qué hacía ella allí?

Una lágrima se desprendió de uno de los ojos verdosos de la joven y recorrió la mejilla, mientras ésta comenzaba a cobrar vida al enrojecerse ligeramente. Altaïr se quedó quieto, congelado como le pasó con aquel niño. Ambas imágenes se superpusieron la una sobre la otra en su mente. Le veía cierta similitud. Lo intuía, pero no sabía por qué. Quizás la pureza de aquellas lágrimas es lo que le hacía sentirse incómodo por dentro … Sentirse tal vez culpable por sé quién era y hacer lo que hacía … Tal vez las palabras de aquella mujer tenían razón y le remordían la conciencia.
Sin darse cuenta, activó el mecanismo que permitía sacar su cuchilla y produjo un susurro metálico del que se percató la joven, que dejó escapar un grito ahogado. Ésta cerró los ojos con fuerza y se quedó quieta mientras lloraba en silencio.

-Haz lo que tengas que hacer, pués …-murmuró ella, mientras se arrodillaba a la espera de un sacrificio que creía que sería inevitable.

Él la miró perplejo y después elevó su mano para ver un brillo fugaz que recorrió el filo de la cuchilla … Un brillo que procedía de la luz de la Luna Creciente. Guardó de nuevo la cuchilla y trepó agilmente el muro hasta que se perdió de vista, mientras la muchacha quedaba llorando, apoyando su frente contra el suelo …