Fan Fiction

...Music ...

jueves, 28 de enero de 2010

Muerte al Traidor ...

Paró justo a tiempo al borde del último edificio que daba al puerto. Se sentía como si acabase de despertar de un sueño profundo. De vuelta a la realidad, dio media vuelta y buscó un callejón, por el que bajaría del edificio. Así, no llamaría tanto la atención … Pegada la espalda contra la pared, se asomó discretamente por la pared para comprobar que el lugar estaba custodiado por un centenar de hombres. Tras ver pasar un joven portando una caja, salió detrás de él para disimilar, con paso tranquilo, pero al mismo tiempo con mil ojos pendientes de localizar a Adah.

Con el cuello aún dolorido del tirón que Lord Basilisk le había dado para quitarla el velo, caminaba escoltada por los Cruzados, maniatada con una triste cuerda alrededor de las huesudas muñecas. El joven Caballero iba detrás de ella, velando porque no se cayese. A penas tenía ganas de caminar, pero con tono dulce, su guardián la animaba a seguir hacia delante …

Un guardia le agarró fuertemente del antebrazo, parándole en seco. Altaïr estiró los dedos, preparado para en cualquier momento defenderse.

-¿A dónde vas, monje?-le preguntó con fuerte acento francés.

-¿Acaso tengo la entrada prohibida?

-Me resultas sospechoso ...- le miró de arriba abajo, mientras Altaïr le miraba fijamente, oculto por la sombra de su capucha- ¿Para qué necesita un monje armas …?

Los ojos del guarda se abrieron de par en par, pero no le dio tiempo a pronunciar sus últimas palabras, que habrían sido una sentencia de muerte para Altaïr. Agarrándole de la nuca y atrayéndole contra su pecho, como si le sostuviera de un desmayo, la cuchilla atravesó la garganta de par en par, con un corte limpio y preciso. La boca del guarida se tornó roja en pocos segundos y Altaïr lo dejó cuidadosamente sentado en el suelo, contra el muro del edificio donde se hallaban, antes de que se le manchara de sangre el traje ...

Adah tropezó, esta vez sin darse cuenta, justo cuando subía la pasarela que conducía a la borda del barco. Estuvo a punto de caer al agua, pero de nuevo allí estaba la mano salvadora de su guardián para evitarlo. Al ayudarla a levantarla, ella divisó una figura blanquecina a lo lejos, como el fantasma que había vislumbrado hará poco menos de una hora en la plaza. Un grito lleno como un impulso incontrolable hasta su garganta, y atraído como un polilla, intentó avanzar hacía quién creía que era …

-¡Altaïr!

Él levantó la cabeza asombrado y giró sobre si mismo, mientras buscaba con la mirada la procedencia de aquel sonido. A lo lejos, consiguió ver un grupo de soldados y lo que parecía ser una mujer … Ésta gritó lo suficiente como para darse cuenta de quién era … Antes de que el joven Caballero la atrajera contra si, y la tapara la boca de manera violenta con su mano enguantada. No lo dudó un momento más y comenzó a correr con la cuchilla sacada, mientras arrastraban a Adah hacia el interior del barco.

-¡Entretenerle!-ordenó el Templario, mientras llevaba a la pequeña muchacha cuesta arriba de la pasarela.

Los guardias que antes les rodeaban desenvainaron sus espadas sin pensárselo dos veces y salieron a la carrera del asesino. Con más rabia que atino, lanzaron sus primeras estocadas para pararle, cosa que al menos en un principio consiguieron, ya que Altaïr frenó en seco para parar un golpe dirigido al hombre con la cuchilla. Tomando impulso, empujó a su contrincante para voltear sobre si mismo y agredir con la hoja de la cuchilla en el pómulo de otro guardia que venía por la retaguardia …

Adah, con su manos amarradas, se agarró con fuerza del antebrazo de su captor, tratando de librarse de él … Aún así trataba de gritar con todas sus fuerzas. Cuando la presión era tan fuerte que podía tocar con su dientes el interior de la mano, trató de abarcar lo máximo posible para llegar a morder algo de la carne del interior. Solo consiguió un leve quejido por parte del Caballero que la soltó la boca, para seguidamente darla la vuelta y pegarla un bofetón, que de no ser porque la tuviera sujetada, podría haberse caído de la fuerza con que fue golpeada.

Altaïr alzó su mirada atraído de nuevo por un grito de Adah: al alzar la vista de nuevo comprobó que el Caballero Templario la había hecho algo. Este despiste provocó que el joven recibiera un golpe en el brazo, que comenzó a sangrar compulsivamente cuando su mano palpó la herida. Lleno de rabia y dolor, pues la herida escocía horriblemente y se podría infectar fácilmente, propinó con su brazo sano un codazo en un ojo de uno de los guardias. Agarró su espada y, cegado de ira, fue deshaciéndose de cada uno de sus contrincantes …

Cada golpe era un esfuerzo extra para él, pues con cada movimiento el brazo le dolía aún más y dificultaba sus movimientos tanto como su agilidad. Era consciente de que estaba perdiendo un tiempo precioso en aquellas luchas, pero no podía ir más deprisa … Se ponía cada vez más nervioso y sus golpes erraban de una manera no propia de él …

Cayó de rodillas cuando uno de los guardias le sorprendió usando su puño en vez de la espada para golpearle. No le dio tiempo a girar ... Su cabeza golpeó violentamente contra el suelo y antes de cerrar los ojos para caer inconsciente, pudo ver como otra figura blanca se abalanzaba a su ayuda sin éxito … O al menos, eso pensó entonces …

Adah quiso gritar entonces, pero aún más fuerte de lo que había hecho … Sus lágrimas resbalaban por su mejilla ligeramente magullada, como si fuera lava que abrasaba su piel … Sin fuerzas para oponerse, y a punto de caer ella también de rodillas, se dejó llevar por el Caballero, que la llevó finalmente hasta el interior del barco. Allí, se dejó caer al suelo, apoyando su frente contra las tablas del suelo. Comenzó a llorar desconsoladamente, mientras los metálicos pasos de la guardia pasaban por su lado sin prestarla la menor atención.

Se notaba un leve balanceo que, poco a poco, la fue calmando como si se encontrara en los mismísimos brazos de la Nana … Se incorporó y se santiguó, tras haber rezado por el alma de Altaïr y de la pequeña Nofek. Lentamente, mientras el ocaso comenzaba a asomarse en el horizonte, volvió la cabeza para darse cuenta de que, por primera vez, estaba abandonando la Tierra en la que nació, totalmente en contra de su voluntad …

Pensó en sus Hermanas … No sabía dónde la llevarían ni que harían con ella … Una última lágrima resbaló por su rostro. Con las pocas fuerzas que la quedaban, y sucia por el polvo, se levantó y cruzó los brazos, tratando de consolarse, ya que allí nadie había que la quisiese. El pelo se enredaba a causa de la suave brisa, que trajo el olor salado de la Mar. Aspiró profundamente como si ese aire la alimentase … Caminó unos pasos hasta toparse con el mástil y allí se apoyó, para caer sentada … Sumida en sus reflexiones vacías que la extasiaban … Que la transportaban a otra realidad donde los ojos del joven Caballero no la produjeran la más mínima sensación ...

La luminosidad del exterior ya no era tan impactante como la que percibió Altaïr nada más abrir sus ojos. Harash le observaba con rostro preocupado y pareció tardar unos segundos en darse cuenta de que su Hermano, por fin, había despertado.

-¡Altaïr!¿ Te encuentras bien?- exclamó sin ocultar su alegría y agarrándole de los hombros. Altaïr produjo un sonido de dolor, pues le había rozado el vendaje con su entusiasmo- ¡Perdona! Oh Dios mio... Gracias a Dios que puede sacarte de allí …

-¿Dónde está Ella?- preguntó el joven confuso, intentando acomodar sus ojos a aquella luz que se colaba por las rejillas de la ventana …

-¿Quién es Ella?

-Lo sabes de sobra … Ella … La joven que traje aquí hace un día …

-¿Y qué hay de la otra chica? ¿Acaso ella no te interesa?

-Si siguiera viva tal vez ...-contestó molesto Altaïr, mientras trataba de incorporarse en la cama.

-¡No te muevas! … Perdona Hermano mi comentario … Dios mio … ¿Qué ha ocurrido? ¿Acaso andabas buscándola en el puerto cuando te encontré luchando con un grupo de Templarios?

-¿Y qué iba a estar haciendo si no? ¿Buscar bulla para demostrar mi hombría?-contestó irónico, mientras se volvía a acostar.

-No lo sé … Pero precisamente nunca has destacado por tu contención: tú ambición y orgullo a veces te ciega, amigo.

-No hablemos más de mí y díme: ¿qué pasó justamente después de que yo cayera?

-Simplemente te saqué de allí como pude; precisamente no tenía ni idea de la chica y solo me preocupaba llevarte vivo de allá.

-¿Y cómo conseguiste reducir a los guardias tú solo?

-¿Te estás burlando de mí? Soy un Hashshashin … No sé por qué me molesto.- exclamó levantando los brazos al cielo y levantándose- Estás acostumbrado a ser tú el héroe y te molesta que te tenga que rescatar unos de tus compañeros porque los ves inferiores a ti- su mirada y su dedo índice se clavaron con odio en Altaïr, quién le observaba perplejo, con los ojos aún a medio abrir.

-¿De qué estás hablando? Sacar a un herido de en medio de un batalla es algo peligroso y difícil, y más teniendo que cargar conmigo todo el trayecto sin que otro grupo de guardias se abalanzaran contra ti: incluso yo he tenido que necesitar ayuda en momentos como esos- repentinamente, cayó, pues en ese momento de acordó cuando Adah le salvó la vida tras la huida de Jerusalén y no pudo evitar sentir nostalgia …

-¿Dudas de mi valía?

-Nunca he dicho eso: limitate a contestar mis preguntas sin pensar en su posible significado oculto.

-¡Y me tratas como si estuviera por debajo de tí dándome órdenes!

-Mira, Harash, no tengo ahora la paciencia suficiente como para aguantar tus frustraciones. Te agradezco que me salvaras la vida, pero recuerda que esa era también tu obligación como Hermano y no por ello pretendas que me arrodille ante ti: sabes perfectamente que yo hubiera hecho lo mismo en tu lugar. Díme: qué pasó con ella.

-Te repito que no sé nada de esa maldita puta … Te dije que nos traería problemas, Altaïr, y ¡míra!, estás son las consecuencias- exclamó señalando su brazo vendado.

-¿Cómo la has llamado?- el rostro del joven asesino se tornó en un gesto serio y frío.

-Por Alá, Altaïr … ¡Es solo una mujer! ¡Una maldita mujer! ¿Por qué tanta preocupación por una sola mujer cuando hay miles allí fuera?

-Esa mujer es más importante que cualquier hombre existente ahora mismo; no te atrevas si quiera compararla con una puta porque no tienes ni la menor idea …

-Entonces, explícame el por qué. Espera, no hace falta que comiences, ya me sé toda la historia …

-¿Qué quieres decir?¿Que todo este tiempo fingías que no sabías nada?

-Al Mualim me contó todo: por algo soy su mano derecha. Pero escúchame, ¿acaso te crees todas esas tonterías?

-¿Estás cuestionando la palabra del Maestro?

-Ningún hombre está por encima de la palabra de Alá: por mucho que nuestro Líder sea un sabio, no deja de ser humano … ¿Cómo osa otorgar a una mujer tal importancia?

-¿Qué estás diciendo?

-¿Te has olvidado de todo lo que hemos aprendido durante este tiempo? Desde hace tiempo, la locura de nuestro Maestro nos está llevando por caminos incorrectos: nuestro deber no es buscar y apoderarnos de supuestas reliquias sagradas, nuestra misión es acabar con todos aquellos que atenten contra lo más sagrado que creo Alá: la humanidad.

-¿Y a dónde pretendes llegar con ese sermón?

-¡Qué esa maldita mujer no es más que un farsa, jamás Alá, en el caso de que nos concediera generosamente tal poder, recaería sobre una mujer!

-Esa mujer vale más que muchos hombres … Incluido tú mismo, por mucho que te pese.

-¿Tú también has caído en su embrujo? Aunque sea asesino, también soy hombre y me he dado cuenta de la increíble belleza de esa joven … Por ello, y con más razón, te ha engatusado, te ha engañado con sus palabra de furcia barata y analfabeta …

-¡Ella no me ha engañado! Es más, ahora pienso, con más razón, ¡que no eres más que un traidor!

-¿Qué argumentos tienes para ello?

-Ninguno que sea válido, pero con tus acciones y palabras no has hecho más que demostrarme que nos has traicionado; no solo a esa muchacha, sino al Credo y a mí. Has caído muy bajo Harash, tu fanatismo y odio a esa “campesina” te han puesto en evidencia.
-Tiene razón ...-su rostro se volvió sombrío tras el capuchón de su túnica negra, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro- Tal vez me puse en evidencia rescatándote … Debí dejarte morir.

-¿Cómo pudiste?

-¿Todavía no te has enterado? Este Credo está denigrándose por culpa de Al Mualim y su obsesión con lo esotérico … No hacemos más que alejarnos del camino establecido, coqueteando con cosas que no están permitidas; ¿artefactos poderosos?¿mujeres sagradas?¿magia?¡No es más que brujería! ¡Solo Alá es todo poderoso y nosotros no podemos aspirar a eso porque somos sus simples siervos!

-No te comportas diferente a como lo hacen esos fanáticos Cristianos …

-Al fin y al cabo, compartimos un mismo Dios y lo denominamos de la misma manera.

-Pero no cuando impones tu propia ideología a todo y lo juzgas en base a lo que crees; Al Mualim nos enseñó que nada es verdad y …

-Ya, y todo está permitido … Pero debes reconocer que hay ciertos límites, límites que son superiores a nosotros mismos. Esa mujer se merecía lo que le ha pasado, así Alá lo deseaba.

-¿Y cómo lo sabes?- preguntó Altaïr irónico otra vez.

-¡Maldita seas! -gritó abalanzándose contra su compañero, tratando de clavarle su propia cuchilla en la garganta- ¡Debí dejarte morir! ¡Debía dejarte morir, bastardo!

Altaïr contuvo como pudo a su Hermano, a pesar del dolor del brazo. No tenía más opción. Sin saber muy bien como pasó, el asesino consiguió clavar la cuchilla cerca de la nuez de Harash. Los ojos de sorpresa y odio de éste fueron lo último que vio de su antiguo Hermano. Unos últimos aullidos ahogados, mientras escupía sangre atragantada en la garganta, fueron su despedida ...

Altaïr relajó los brazos después de quitarla cuchilla y Harash cayó muerto sobre su torso desnudo, mientras la sangre brotaba en abundancia, tanto en la herida como por la boca del cadáver. Altaïr, tras recuperar el aliento, pues el forcejeo le había consumido las pocas energías recobradas, empujó el cuerpo hacia un lado, que cayó produciendo un sonido sordo contra el suelo.

Tumbado aún, cubierto de sangre y mirando al techo blanco, Altaïr se quedó unos minutos pensativo, tratando de asimilar los sucesos acontecidos recientemente. Tras levantarse con dificultad y sentarse al borde de la cama, se prometió una cosa así mismo: encontrar a Adah costase lo que costase ...
Fin de la Primera Parte