Fan Fiction

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jueves, 28 de enero de 2010

Caminos Separados...

A la mañana siguiente, Altaïr se despertó entre la luz del alba que daba directamente a sus ojos y como la gente hacía ruido desde el exterior, preparándose para partir de nuevo. La cabeza de Fajera descansaba sobre su pecho desnudo y la apartó con delicadeza, para poder incorporarse y vestirse. Ella también se despertó y le miró con sus ojos oscuros esbozando una sonrisa. Él, hacía caso omiso.

-La gente se está preparando afuera … Deberías vestirte y salir a desayunar algo antes de que nos pongamos en marcha …-le aconsejó Altaïr, mientras se ajustaba los pantalones.

-¿No me vas a dar siquiera un beso de buenos días?- aquella mujer era tan descarada, que se mostraba desnuda sobre los cojines bocabajo, apoyada sobre sus codos.

Él siguió vistiéndose y entonces, ella decidió levantarse, para mostrar su belleza a la luz del día. Se situó detrás de él para abrazarle y besarle en la nuca. Pero él no reaccionó.

-No eres nada romántico …-dijo ella mientras seguía las líneas de su musculosa espalda con la punta de la nariz.

La apartó de si para ponerse la parte de arriba y echó un vistazo a través de la cortina sobre lo que estaba pasando en el exterior. Se dirigió para salir del carromato cuando Fajera le detuvo, agarrándole por el brazo.

-¿Qué ocurre ahora?-la voz de Altaïr parecía ruda.

-Me gustaría pedirte un favor …-comenzó tímidamente Fajera.

-Habla entonces …

-Deberías marcharte … No estamos haciendo más que retenerte y tienes una misión que cumplir.

-Pero …-ella le cayó tapándole los labios con sus dedos.

-He sido estúpida reteniéndote … Debí dejarte marchar la noche anterior.

-Todos cometemos errores, pero yo fui el que cometió el error … Creo que te he hecho daño Fajera … Te subestimé.

-Ambos nos subestimamos … Por eso, antes de que vaya a más, deberías irte … Sé que por tu parte no, pero yo …-paró y suspiró- Yo te cubriré las espaldas.

Su mirada firme pretendía ocultar el verdadero brillo de sus ojos. Aquello le molestaba a Altaïr: no solía usar a las mujeres para después herirlas emocionalmente. Fajera se cubrió el cuerpo con una tela de seda y se acercó a uno de los baúles que llenaban el pequeño carromato. Lo abrió y sacó de un saco bastante pesado. Allí tenía las ropas de Altaïr y sus armas.

-Toma … Ve antes de que nosotros volvamos al viaje. Solo te queda un día de viaje si vas rápido con el caballo … Al menos nos quedan dos días para que lleguemos.

-Gracias Fajera, nunca olvidaré lo que has hecho por mí.

-Yo deberé olvidarte-dijo sonriendo- Es tonto enamorarse de alguien al que a penas conoces …

Altaïr salió al exterior y se mezcló entre el gentío para no llamar la atención hasta que por fin llegó hasta su montura. Ató bien el saco detrás de la silla de montar y lo cogió por las riendas hasta que caminaron lejos del campamento. Se montó y emprendió su viaje en solitario, hasta estar lo suficientemente lejos para volver a ponerse sus ropas, sin las cuales, parecía sentirse desnudo …

No se despidió de Fajera. No quería que albergara esperanzas de ningún tipo, pues nunca podría corresponderla. Sabía que debía distinguir entre agradecimiento y cariño. Le habían enseñado que las emociones lo único que hacían era distraer y hacer cometer errores al individuo. Pero no solo aquellos relacionados con el amor: la ira, la envidia … También eran peligrosos. Pero el lo llevaba al extremo, pues la mayoría de asesinos habían formado familias a su edad y él prefería seguir siendo un alma solitaria …

Una vez que se vistió, enterró las ropas que le entregó Fajera y emprendió la marcha a toda velocidad, con la esperanza de llegar antes del anochecer, forzando al máximo a Badr. A lo largo del día, pasó del frescor del amanacer al insoportable calor del mediodía. Pero debido a la velocidad a la que iba, el viento le refrescaba un poco, metiéndose entre las telas blancas de su traje. Paró para comer algo, pues no podía evitar el molesto rugir de sus tripas por el hambre, ya que no había desayunado nada. Se puso a la sombra de Badr y no perdió mucho tiempo, casi sin a penas masticar o saborear.

Retomó la marcha deprisa, sin perder el tiempo. Estaba dirigiéndose a tierras más aridas, donde los cascos del caballo hacían sonar tanto las piedras como la tierra seca y resquebrajada. Aquellos lugares eran mucho más peligrosos que el propio desierto, ya que al caer la noche, las alimañas salían de sus madrigueras para buscar cualquier cosa o podría haber patrullas de soldados, por lo que era más seguro, aunque no llegase a entrar en la ciudad, pasar la noche cerca de un sitio más civilizado.

Poco a poco, se iba adentrando más y podía seguir ya caminos solitarios, en los que de vez en cuando se encontraba con pequeños mercaderes que iban con burros o carros. Incluso la vegetación, no demasiado espectacular, comenzaba a hacer acto de presencia cada vez de manera más abundante. También podía ver que estaba adentrándose en las montañas, con lo que calculó que no tardaría demasiado en llegar a Jersulén antes del anochecer …