Fan Fiction

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jueves, 28 de enero de 2010

Ayuda de Camino a Jerusalén ...

Como le indicó Rafik, se dirigió hacia la plaza mayor de la ciudad, donde habían unos cuantos carromatos apostados a los laterales de la misma. Parecía que estaban recogiendo todo, preparándose para partir. Se acercó lentamente y tratando de que sus movimientos fueran lo más naturales posibles, pues al ir tan armado, no quería que la gente se alarmase.

Preguntó a unos mozos que estaban cargando cosas en los carros. Ellos le señalaron sin mayor entusiasmo hacia una mujer que parecía estar recogiendo lo que parecía una tienda. Se dirigió hacia ella y le habló primero para no asustarla por su apariencia. La mujer se volteó y le miró con extrañeza.

-¿Quién eres tú? -preguntó, mientras volvía a sus tareas mirándole de reojo.

-Vengo de parte de Rafik.

-¿Y qué quiere?-se puso en jarras, intentando mirarle a los ojos, que estaban cubiertos por la sombra de la capucha.

-Te pide un favor que le debes: llevarme con vosotros hasta Jerusalén.

-¿Y quién eres tú?

-Soy un amigo suyo …

-¿Y por qué no me dices tu nombre?¿Acaso eres peligroso?- sonrió la mujer.

-Sabes de sobra quién soy si conoces a Rafik …-contestó con firmeza Altaïr.

-Bueno … No hace falta ponerse serios … Puedes venir conmigo en mi carromato, así no levantarás tantas sospechas … Puedes confiar en mí …-le guiñó un ojo a la vez que le sonreía- Ahora, ayúdame con esto y así disimulamos un poco …

Altaïr se agachó y tomó uno de los extremos de la tela y acompañó a la mujer hasta el carromato. Una vez allí dentro, se metieron ambos y ella miró a su alrededor varias veces antes de continuar hablando.

-Énseñame tu rostro y díme tu nombre … Te puedo asegurar que aquí estamos seguros y conozco perfectamente a los de tu credo, pues en varias ocasiones les he servido de ayuda.
Altaïr obedeció y se quitó la capucha lentamente. La mujer se quedó impresionada con la cicatriz que tenía el muchacho atravesando de arriba a bajo sus labios gruesos. Pero aquello no le desagradó, pues Altaïr era un joven bastante atractivo, con un puente de la nariz muy marcado, unos pómulos definidos y unos ojos castaños hipnotizantes; su piel tenía un tono canela que remarcaba las demás facciones de la cara. Su pelo era muy corto, pero a pesar de ello, algunas hondulaciones se formaban desde muy cerca de la raíz.

-Es una lástima que un rostro como el tuyo esté la mayor parte del tiempo oculto tras esa capucha …-el rostro de la mujer se tornó en un gesto pícaro, que incomodó al tímido Altaïr, pues le incomodaba recibir halagos por su físico.

-Mi nombre es Altaïr … ¿Con esto tendrás suficiente?

-No … Tienes que hacer una cosa más …-buscó entre un baúl cercano y le lanzó unas ropas- Ponte esto … Así llamarás menos la atención entre el grupo … No me fío de que por unas piezas de plata, no soltaran algo sobre ti …

-Comprendo …-y miró las ropas con gesto extraño, como si nunca hubiese vestido como una persona normal.

-Ahora sal y vuelve dentro de un rato …Puedes meter en este saco tus ropas y las guardaremos en mi carro … Me aseguraré de que nadie lo encuentre.

Aquella mujer le producía cierta confianza. Parecía también saber lo que hacía y cuidaba hasta el mínimo detalle para que nadie supiera de su verdera identidad. Ambos salieron del carruaje y se despidieron como si nada. Algunos trabajadores y componentes del circo se le quedaron mirando curiosos, pero él evitó devolverles la mirada.

En un callejón solitario, se cambió y metió su ropa y armas en el saco. Tal y como le había dicho Fajera. Luego, volvió a la plaza , donde aún le esperaba. Ésta, le sonrió cuando le vió acercarse y le dio un abrazo. Él se quedó quieto sin comprender.

-Tú sígueme la corriente con normalidad …-le tomó de los hombros, mirándole con ojos brillantes. Uno de los hombres se acercó.

-¿Quién es, Fajera?

-Es un viejo amigo que hacía años que no veía … Se llama Sefik- ambos hombres se estrecharon las manos y Fajera se le quedó mirando fijamente- Me ha pedido el favor de que le llevemos con nosotros a Jerusalén.

-Bueno … No creo que haya ningún problema …-dijo dubitativo el hombre.

-Irá conmigo en mi carromato …

-¿Cómo?- dijo el hombre exaltado.

-Es de confianza, Ibra … No pasará nada.

El hombre se quedó mirando a Altaïr con los ojos llenos de furia y rabia. Volvió a clavar la mirada en Fajera y profirió un largo suspiro, antes de volver a hablar.

-¿Tienes caballo?

-Está afuera de la ciudad, junto a la puerta principal …

-Bien … El viaje lo realizarás a caballo y dormirás en el carromato … No creo que te tenga que hacer compañía las venticuatro horas del día …

-Bueno … Si es lo que quieres …-dijo Fajera en tono molesto.

-No. Es lo que ordeno- y dicho esto, se dio media vuelta para llamar al grupo y comenzar el viaje.
-Fajera … De verdad, yo no quiero molestarte …-murmuró Altaïr.

-No, de verdad que no lo haces … No le hagas caso … Es un celoso patológico- abrió el carromato y dejó el saco de Altaïr. Luego se dirigió a la parte delantera y cogió las riendas de los caballos. Dio unos toques con la palma de la mano al lado suyo, invitándole a sentarse junto a ella- Vamos, podrás ir a mi lado hasta que recuperes tu montura …