Fan Fiction

...Music ...

martes, 21 de septiembre de 2010

Moviendo Ficha ...

Armand levantó el rostro de la palangana, con los cabellos cayéndole por el rostro empapados en agua helada y miró a su otro yo que le miraba con la misma furia desde el otro lado del espejo ... La traición de Fredrick no sabía como digerirla ... Había dañado la cosa que más amaba en este mundo, algo más preciado que cualquier otro fragmento del Edén: Adah ... Ella era algo más que un simple artefacto más para culminar los planes de la Temple ... Desde el primer momento que la vio, supo que podría esperarse cualquier cosa de Ella ... Pero jamás algo tan fuerte como el amor que le profesaba en aquellos momentos ... Un amor tan puro que le paralizaba el corazón y hacía que le entraran ganas de llorar como un niño desconsolado ... Un niño enfermo de alegría .... Y amor; lo único que lamentaba es que no hubiera culminado con sus propios medios la venganza por tal deshonra.

Tomó un cuchillo de mano y se agarró un mechón, tirando de su cabeza con fuerza hasta tensarlo lo suficiente para poder cortarlo al ras de la raíz. Siguió cortándose el cabello hasta que quedó rapado, pero no estaba aún satisfecho, y restregó jabón por toda la cabeza, hasta que hubo la suficiente espuma como para poder pasar una cuchilla sin cortarse. No dejó un solo pelo y se pasó la mano varias veces, mirándose al mismo tiempo en el espejo. Después, cogió una toalla para secarse, cuando llamaron a la puerta; era Hadasa. Se sentó en la cama, mientras se miraba una nueva úlcera que le había salido en el costado. La joven se acercó con la palangana llena de agua limpia y paño para ayudarle con aquella tarea que solía corresponderle a Adah.

-¿Qué te has hecho en la cabeza?-preguntó ella, mientras empapaba el paño con ambas manos.

-¿Acaso no evidente?

-Claro que lo es; me refería al motivo ... Una curiosa forma de pagar penitencia ...

-Hadasa, tú no lo entenderías ... En cierta parte tengo la culpa ... Debí haber vigilado mejor a Fredrick ... Aunque ya nada se puede hacer ...

-¿Qué quieres decir?- le preguntó enfadada Hadasa, levantando sus ojos almendrados de manera brusca y buscándole con la mirada a modo de interrogatorio.

-Fredrick ha sido asesinado esta mañana; un Hashashin se infiltró en el Castillo, Dios sabe como .. Y le mató a él y otros dos soldados principiantes que estaban entrenando. También hubo otros tres muertos y heridos durante su incursión ...

-¡Así que ese bastardo quedó sin su merecido!- gritó ella, lanzando con rabia el paño contra la palangana. Se levantó y comenzó a dar vueltas por la habitación hasta que se detuvo enfrente de la ventana y dio un puñetazo contra el marco de madera.

-¿Acaso su muerte no te parece suficiente? Yo mismo le hubiera ejecutado si hubiera podido ...- contestó Armand, mientras recogía el paño y lo escurría para limpiarse el pus que suturaba de la úlcera.

-¡No! ¡No es suficiente, Armand! No ha sufrido lo que debió de sufrir en vida antes de enfrentarse a los tormentos del Infierno, que es donde debe estar y espero que allí le castiguen mejor de lo que han hecho en la Tierra ...

Armand la miró mientras se limpiaba cuidadosamente la úlcera. Hadasa se dio la vuelta lentamente y le miró con ojos tristes antes de empezar a acercarse a él, tomarle el paño y ponerse a curarle. Se mantuvieron en silencio un largo rato. Ese silencio se interrumpió súbitamente por la aparición de un emisario que necesitaba transmitir un mensaje muy importante desde Kyrenia a Armand. Tras ponerse la camisa y Hadasa recoger la palangana y el paño, se celebró una breve reunión, totalmente improvisada entre el Líder Templario y los demás miembros de altos cargos.

-¿Qué novedades traéis?-preguntó Armand, al sentarse en su silla, tomando una copa de vino entre su mano.

-Sabemos que el Hashashin está en Kyrenia ... Un grupo de mercenarios fue atacado en el puerto y el capitán del propio barco en el que embarcó, según él en compañía femenina, nos lo contó todo ... Por las descripciones realizadas, es muy peligroso; se ensañó de manera innecesaria con los cuerpos cuando ya los había dejado fuera de combate de sobra- contestó uno de ellos, de aspecto bastante juvenil y algo inmaduro.

-¿Quién vigila el Castillo de Kyrenia?-preguntó Armand, enfocando la conversación en lo que realmente le importaba.

-Moloch y su guardia, señor ... No debe preocuparse- volvió a contestar.

-¿Y qué más?

-En Buffavento ha habido varias revueltas de herejes, señor ... Al parecer una de las muchachas que tuvo contacto con el Grial tuvo experiencias "del otro mundo" y consiguió arreglárselas para escapar ... Los culpables de la huída, unos cuantos soldados encandilados por sus sucias armas de mujer han sido recluidos, a espera de la orden que déis, mi Maestre- contestó otra más maduro y adulto.

-Trabajos forzosos en el campo con vigilancia ...-sentenció Armand sin darle mayor importancia al asunto y bebió tranquilamente de su copa antes de continuar- Continuad con lo de la joven hereje.

-Al parecer va por ahí diciendo que ella es el Oráculo de Dios y que solo ella poseé la verdad.

-¿Podéis confirmar que eso es falso?

-Totalmente; la líder de las jóvenes, es decir, la Nana, dice que está loca y no dice más que tonterías, porque es esa muchacha, Adah, quien es realmente especial.

-¿Cómo se encuentra la joven?¿Os ha contado Ella algo también?

-De momento no quiere hablar señor ... Parece reacia a cualquier contacto humano fuera de su círculo más cercano, incluso la Nana dice que a ella tampoco le cuenta nada sobre aquella joven.

-Entonces tendré que hablar con ella personalmente ... Hadasa-llamó a la joven con un chasquido de dedos, y ésta le atendió con rapidez- Dile a la Nana que quiero hablar con ella antes de interrogar a Adah sobre la joven que escapó hace unos días a Buffavento.

Hadasa simplemente asintió con la cabeza, y antes de salir de la habitación, hizo una reverencia a los demás altos cargos de la Temple.

-Escuchad: quiero que detengáis a esa joven, pero no la traigáis de momento aquí ... Quiero que la mantengáis retenida allí hasta que podamos averiguar como sacarla partido ... Ese Hashashin va detrás nuestras y tengo la sospecha casi certera de lo que busca ... Pero vamos a jugar un poco más con él antes de darle la oportunidad de llegar hasta donde quiere ...- antes de saborear el último trago de su copa, esbozó una sonrisa divertida que aturdió a sus compañeros- Marchaos ...


Una vez en el puerto, Altaïr y María encontraron a un hombre que les esperaba llamado Barnabas, que a pesar de la revuelta formada por el propio asesino, decidió permanecer hasta que ambos apareciesen, tal y como le había prometido a Osman. En silencio, le siguieron hasta la Casa de Asesinos de Kyrenia y, una vez allí, Altaïr ató a María y la dejó un rincón donde no tenía posibilidad de buscar escapatoria, mientras hablaba como su homólogo chipriota.

-¿Quién es ella?-preguntó primero Barnabas, señalando a la joven.

-Es una Templaria cautiva, la tengo secuestrada a cambio de que me ofrezca información ... Pero la verdad es que poco se ofrece a colaborar ...

-Pero en cambio yo si que puedo ayudarte ...

-¿Qué tienes?

-Verás ...-dijo el hombre, poniéndose detrás del mostrador y rebuscando entre unos estantes que había bajo el mismo- Bouchart tiene unos cuantos presos en Buffavento, es posible que allí tenga algo que nos interese ...

-Allí se encuentra el Toro ...-murmuró como para si misma María.

-¿Qué has dicho?- le preguntó Altaïr, dándose la vuelta para mirarla.

-Moloch, apodado el Toro por los Templarios, no es más que matón sin cerebro que Armand suele usar para proteger cosas que el considera muy importantes ... Es increíble que pueda confiar algo tan preciado a un cabeza de chorlito como él ... Pero he de reconocer que hace bien su trabajo, no requiere demasiado esfuerzo mental ...

-¿Insinuas que hay algo en el Castillo de Buffavento que guardan los Templarios como si fuera una reliquia?-sugirió Altaïr, mientras en su mente pasaba la imagen del Fruto del Edén, para después retener la imagen de los ojos de Adah brillar como oro puro a través de la oscuridad de una celda ...

-He oído rumores de que allí apresaron a una joven a la que llamaron la "Bruja" ... Aunque mucha gente de por acá la llamaba el "Oráculo". Es posible que Armand intente protegerla antes de ejecutarla para sacarle algún tipo de información ... Parece ser que aún andan a la caza de las "Reliquias Sagradas" ...

-¿Estás al día no?

-Todo el mundo, dentro de la Hermandad por supuesto, conoce tu historia Altaïr ... Y no es ningún secreto que la Temple continúe en su empeño de cazar esos tesoros o "Frutos del Edén" ... Y tampoco que tu piensas arrebatarles uno de ellos, que según dicen, tiene forma humana ... Más concretamente femenina ...

-Entonces no debemos perder más tiempo; puede que Adah esté en peligro más que nunca ... Mi presencia debe de haberles alertado ...

-¿Quién es Adah?-preguntó sorprendida María.

-Así que ese es su nombre ...-dijo pensativo Barnabas- Curioso nombre ... En hebreo tiene un significado peculiar: algo así como ornamento; Joya o adorno ...

-Es mucho más que eso Barnabas ... Será mejor que me ayudes a averiguar como infiltrarme en el Castillo de Buffavento ...-contestó Altaïr impaciente, comenzando a ponerse nervioso.

-En eso estaba, hermano ... Aquí tienes los planos del Castillo. Será mejor que pases la noche aquí y los estudies; así a parte dará tiempo a que el revuelo que has montado a tu llegada se calme y no tengas más problemas de los que ya tienes ... Descansa-le comentó Barnabas, poniéndole una mano sobre el hombre y dirigiéndole a un cuarto lleno de cojines mullidos y telas, diseñado especialmente para recrear ese lugar de descanso, que tan bien reconocía Altaïr de los Jardínes Secretos de Masyaf ...- Yo me ocuparé de ella ...

viernes, 17 de septiembre de 2010

Traiciones ...

Adah reposaba sobre la cama después de beber el brebaje abortivo que le había preparado Hadasa. Telila permanecía al lado de su hermana, con una de las manos de ésta entre las suyas, hasta que Hadasa la echó del cuarto alegando:

-Si la Nana nos ve con las demás pensará que algo malo ha pasado; así que mejor reúnete con el resto y si te pregunta por Adah, dila que está conmigo en mi cuarto ... No creo que venga aquí, pensará que le pegaré mi inmoralidad ...

Telila se marchó de la habitación cuando justo en la puerta, tropezó con Armand de Bouchard. La joven, aturdida por el encuentro, agachó la cabeza y perdió su mirada por el suelo en señal de disculpa para después salir corriendo sin aparentar demasiado su temor. Armand ignoró a la joven en cuanto salió de su campo visual y se centró en Hadasa, a quien no parecía hacerle ni pizca de gracia la presencia del Templario. Con rapidez, se interpuso entre él y Adah, que continuaba con fiebre en la cama, a penas consciente de lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

-¿Qué haces aquí?-preguntó Hadasa muy seria.

-¿Qué le pasa a Adah?

-Yo primero te hice la pregunta, así que contéstame-poniéndose en jarras.

Ambos se quedaron mirándose a modo de desafío y Armand intentó apartar suavemente a Hadasa de su camino, pero la joven era más tozuda y no se dejó apartar tan fácilmente.

-Déjame ver a Adah- ordenó Armand cuando comenzó a impacientarse y no quería perder del todo el control.

-No tienes ningún derecho a entrar en mi habitación así como así: ese era el trato; este es mi espacio y debes respetarlo a no ser que tengas una urgencia importante.

-¡Yo te he dado todo esto!

-Exacto, y puesto que me lo diste, ahora me pertenece y lo administro como quiero ... Déjanos en paz.

-Maldita sea ...- cogió a Hadasa y la empujó hacia un lado, haciendo que la joven cayese sobre la mesilla. El vaso y algunas hierbas cayeron esparcidas por el suelo; se oyó un golpe seco de cristales al romperse.

Hadasa maldijo en arameo y comenzó a recoger furiosa las cosas que se había caído. Aprovechando aquello, Armand se acercó a la cama y estupefacto, contempló a Adah, pálida como un muerto, tendida sobre la cama, el cejo fruncido en una expresión de dolor interno mientras las gotas de sudor caían sobre su rostro sin ninguna pauta marcada. Despacio, se acercó a ella con el brazo extendido, sin entender nada de lo que le estaba pasando, tratando de acariciarla, cuando las rodillas le fallaron y cayó al suelo, a tiempo justo de poder agarrarse a las sábanas del borde de la cama.

-¿Qué te ha ocurrido ...?-susurró con nudo en la garganta mientras tanteaba sobre la cama para tomarla por la mano.

Hadasa levantó la mirada y contempló a un Armand más débil de lo que jamás ella imaginó capaz de presenciar. Su cabeza gacha se perdía tras las espaldas anchas mientras Adah, lentamente, le miraba con absoluta indiferencia. Los hombros del Templario comenzaron a temblar y se perdió en el llanto del niño grande que en realidad era, mientras besaba la mano inerte de la que se dio cuenta, que amaba más de lo que había hecho con ninguna otra mujer a la que hubiera tocado.

-Díme quién te ha hecho ésto .... Qué te han hecho, mi amor ...-lloriqueó aquel gigantón, como si lo que estuviera ocurriendo no fuera cierto, como si acabara de perder la noción de la realidad y todo fuera una mal sueño ...

Adah respondió con una mueca de asco dibujada en sus labios, y volvió a girar al otro lado la cabeza. Hadasa suspiró mientras miraba con lástima los trozos rotos entre sus manos, como si fuera una precioso tesoro arrasado. Los dejó encima de la mesilla antes de incorporarse apoyándose sobre una de sus rodillas y se dirigió hacia Armand, tomándole por los hombros para consolarle sutilmente. Armand apartó su rostro húmedo de entre la mano muerta de Adah y la besó compulsivamente. Pero la joven pegó una sacudida contundente de brazo para que se apartara. Secamente se volvió hacia el lado donde reposaba su cabeza sobre la almohada, dando completamente la espalda a un Armand atónito. Hadasa apretó su mano para llamar su atención y le ayudó a levantarse. Le acompañó hasta la puerta y allí, susurrando, fue más amable y comprensiva con él.

-Escucha, Armand ...-le acarició el rostro empapado en lágrimas con la dulzura de una madre- Adah ha pasado por algo terrible, en lo que no entraré detalles ahora mismo ... Solo te diré que más vale que amarres bien a ese desgraciado de Fredrick ... He pasado alguna que otra noche con él para acalmar su fuego, pero fue imposible dominar a aquella bestia ...

-¿Qué le hizo ese desgraciado de Fredrick?-gritó entre dientes, adelantándose sobre Hadasa y apoyando agresivamente su frente sobre la joven.

-Te he dicho todo lo que debes saber de él por el momento ... Parece que hay un buen revuelo ...-comentó distraídamente mirando de un lado a otro el corredor antes de desaparecer tras el corredor.

Armand salió de su burbuja emocional y se dio cuenta de los gritos en el patio de entrenamiento y los pasos acelerados de la guardia correr por todas partes. Con paso firme, y apretando hasta clavarse las uñas sobre la palma de la mano, el Templario se dispuso a salir de las estancias residenciales con el propósito de averiguar que estaba ocurriendo. A la salida al patio exterior, anterior al patio de entrenamiento, se encontró con un joven guarda que parecía apresurado y que por casualidad le buscaba para ponerle al corriente de la situación.

-¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué tanto alboroto?-preguntó furioso y molesto a la vez.

-Señor ... Hashashins-musitó intimidado el joven guardia y enseguida se dispuso alerta para conducirle hasta el lugar del suceso.

Al llegar al patio de entrenamiento, un par de soldados se dedicaba a portar los cadáveres de sus compañeros fallecidos. Con el simple gesto de alzar la mano, Armand les ordenó detenerse y ambos se sincronizaron para dejar con cuidado los cadáveres que portaban. Armand les echó un vistazo por encima hasta que se topó con un cuerpo sin cabeza. Miró a su alrededor, escrutando los rostros de los soldados allí presentes antes de realizar su pregunta ...

-¿De quién es este cuerpo?

-De Fredrick el Rojo, señor. El Hashashin le cortó la cabeza antes de huir ...

-¿Dónde está su cabeza?

-La llevamos en este saco, señor ... Es demasiado desagradable de ver ... Algunos soldados se marearon y decidimos meterla aquí hasta que llegáramos a la sala donde guardamos algunos cadáveres antes de transportarlos en sus ataúdes hacia el cementerio ...

-A los dos aspirantes enterrarles ... Y encended una pira para quemar el cadáver de Fredrick junto a su cabeza ....

-¡Pero señor! Un buen cristiano no se le puede incinerar ...

-Fredrick no era buen cristiano; doy fe ante Dios de ello ... Detened la búsqueda del Hashashin por el momento pero permanecer alerta; aunque nos haya hecho un favor sin saberlo, no podemos consentir un ataque más y menos que vuelva a infiltrarse en Limassol ... No podemos dejar que un Hashashin se burle de nosotros ...

Dicho esto, se retiró con la cabeza bien alta, mientras los soldados y guardas acataban las órdenes sin terminar de comprender del todo lo que quería decir con aquello su Maestre ...


Cuando llegaron al puerto, el capitán en persona bajó hasta la bodega para avisarles. De manera brusca, en cuanto Altaïr visualizó la sombra del capitán deslizarse por las escaleras, lanzó el chador sobre el rostro de María para que ésta se lo pusiera. Altaïr fingió ayudarla a subir la escalera para que fuera más realista, pero al llegar arriba, un grupo de hombres armados, aunque no Templarios, les esperaban con sus armas en guardia. Altaïr echó una mirada de desdén al capitán, quien se encogió de hombros y musitó a penas:

-¿Qué podía hacer yo? Amenazaron con quitarme a mí la vida .... Mejor la de otro que la propia.

Altaïr situó a María detrás suya mientras sacaba su cuchilla oculta, ya que podría perder tiempo deshaciéndose del disfraz para alzar su espada u otra arma más contundente. Pero justo en el momento que se concentraba en sus dos oponentes más directos, María le propinó una patada baja a nivel de tobilla, tan fuerte, que le hizo caer. La joven aprovechó también para empujarle en el vuelo de la caída, asegurándose más exitosa así su escapada. Altaïr pegó un puñetazo contra el suelo y se incorporó rápidamente, son la cuchilla dispuesta aunque ensangrentada ligeramente por el corte en la palma de la mano le había provocado la cuchilla durante la caída.

La rabia no la pudo contener, ya que su cabeza estaba totalmente puesta en volver a capturar a María antes de que pudiera delatarla a los Templarios de la ciudad. Se dejó llevar por esa tendencia sádica que durante todos los años de entrenamiento, desde que solo era un niño de camino a la adolescencia, había intentado controlar a la hora de luchar ... A la hora de cebarse con sus contrincantes ... De disfrutar matando ... De sentir placer al causar un daño físico ... De salivar al ver resbalar la sangre de la garganta sobre su propia sangre ... La falta de concentración provocaba que sus golpes fueran menos efectivos a nivel de dejar KO al contrincante lo antes posible, para dejar paso a sus fantasías más oscuras y crueles que jamás una mente humana pudiera ser capaz de plasmar en la anatomía humana ...

Rajó desde la pelvis, de abajo arriba al primer mercenario que se le puso por delante; la sangre dejó paso a un espectáculo espantoso de tripas y vísceras estampándose contra el suelo mientras la propia víctima contemplaba sin dar crédito como todo lo que había estado dentro de su cuerpo ahora podía tocarlo si el horror no se lo impedía .... Abrió la garganta del siguiente girando sobre si mismo y, con el impulso dejó que su cuchilla cortara profundamente la parte inferior de nuca, dejándole solo colgar la cabeza sobre la tráquea y los tendones más gruesos que sostienen la cabeza. Los demás mercenarios salieron corriendo horrorizados por el macabro espectáculo que acababa de acontecer ... Pero aún así Altaïr los siguió hasta saciar su sed de sangre ... Canalizando así las ganas de descuartizar con sus propios dedos y uñas a aquella desgraciada Templaria ...

Rasgó la carne ante la atemorizada gente, que huía despavorida en cuanto se daban cuenta de lo que estaba pasando ... Con gotas recorriendo su rostro y el pecho empapado en sangre caliente, Altaïr volvió en sí, sofocado por la orgía de sangre en la que se había envuelto ... Corrió por las calles sin ninguna dirección premeditada, hasta que se relajó mientras corría y la adrenalina recorría con menos intensidad por sus venas. Buscó a la joven a través de su vista de águila, mientras reducía paulatinamente la velocidad de sus pasos y se mezclaba con la gente, apartándola suavemente con la mano ensangrentada sin que se diera cuenta de ello ...

María se tapaba el rostro, temiendo ser descubierta, al mismo tiempo que buscaba alguna patrulla o una pareja de guardias para preguntar donde estaba la base de los Templarios en aquella ciudad, pensando en mostrarles su anillo como modo de identificación más fidedigna. Notó una mano suavemente posarse sobre su hombro ... Podía notar la sangre tibia calarse en su chadar y después sobre la túnica ... Volvió lentamente el rostro y allí se encontró sin esperárselo, el rostro de su captor árabe. Tensó el cuerpo y notó como el asesino la arrastraba, ya con las dos manos posadas sobre los hombros, apretando los dedos en el hueco de su clavícula, hacia un callejón cercano ... Se metieron hasta que las sombras los cubrieron por completo y, entonces, sin avisarlo, Altaïr sació su necesidad de venganza .... Golpeándola con el puño sobre el pómulo de manera contundente, que hizo que se desestabilizara y cayera al suelo. María se tocó el rostro y comprobó que le había hecho un pequeño corte que sangraba levemente.

-Si se te ocurre volver a escapar, no será lo único que te haga ...-dijo entre dientes el Hashashin.

-Eso será si vuelves a cogerme ... Aún no entiendo como me has reconocido tras haberme perdido la vista durante media hora ...

-Tú no me conoces ... No sabes de mí, por tanto debes esperarte cualquier cosa ... Nunca estarás a salvo mientras yo siga con vida ...

-Qué arrogante ...-se dijo ella en voz alta.

Altaïr la tomó por el pecho de la túnica y la subió, mientras el chador cayó al suelo con suave susurro. El rostro de la joven quedó descubierto al completo y pudo contemplar aquellos ojos cristalinos de nuevo, ahora grisáceos debido a la sombra. Sus rostros estaban muy cercanos, con las puntas de sus narices ronzando levemente. En un arrebato, Altaïr la besó con violencia, apretándola contra la pared. María abrió los ojos sorprendida, pero poco a poco se fueron cerrando, hasta que cuando los apretó por completo, Altaïr se retiró del beso con la misma violencia y brusquedad con que lo había iniciado.

María intentó buscarle con la mirada, obligándole a mirarla a los ojos pero no consiguió nada. Sin embargo, solo dijo las siguientes palabras, mientras la agarraba por la muñeca y tiraba de ella fuera del callejón:

-Volvamos al puerto; hay alguien que nos debe estar esperando y ya vamos tarde ...

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Templaria Cautiva ...

Hadasa se encontraba en su lujoso cuarto, sentada sobre la cama, bordando un traje con lentejuelas que le acababan de traer del mercado, cuando Adah y Telila irrumpieron sin siquiera llamar a la puerta. Hadasa se levantó arqueando una ceja cuando al darse cuenta del estado de Adah, salió corriendo a ayudar a Telila a sostenerla. La tumbaron sobre la cama; su cara estaba amoratada, con pequeños rasguños y un corte bastante profundo en el labio inferior.

-Telila, ve a por una cuenco con agua y trae varios paños ...- dijo Hadasa, mientras Telila miraba a su hermana con ensimismamiento y los ojos inundados en lágrimas gruesas- Agua tibia, vamos, corre ...

Telila salió corriendo a por lo que la había pedido, mientras Hadasa miraba con tristeza a su amiga, acariciando su frente para apartar los cabellos que caían sin fuerza sobre el rostro y así poder poder examinar mejor las heridas. Adah agarró su mano con fuerza y abrió los labios, pero enseguida los cerró, apretando fuertemente los ojos y encogiéndose sobre su vientre.

-Dios, Adah ... ¿quién te ha hecho esto?

Adah abrió sus ojos y la miró con frialdad. Hadasa se asustó y se mordió el labio inferior, sin saber qué hacer. Entonces, Adah bajo la mano con la que tenía agarrada la de Hadasa hacia su vientre y la apretó allí con fuerza, como antes había hecho con aquel hombre en la playa de Limassol. Hadasa la miró aún más extrañada si cabe y, por pura intuición, se deshizo sin ningún problema de la mano de Adah para poder subirle los bajos de la túnica. Tras conseguirlo, se llevó la mano a la boca en señal de horror. Después añadió, cuando las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos oscurecidos por un halo de rabia ...

-Adah, no puede enterarse de esto la Nana ... No puede ...- se repitió mordiéndose el puño.

Telila volvió con lo que le había pedido y lo puso todo en el suelo, al lado de la cama. Se puso de rodillas junto a Hadasa y la miró expectante. Hadasa se dirigió a ella:

-¿Te ha visto alguien? ¿Te ha visto la Nana?

-No ... Aún están en el campo ... Hasta el atardecer no vuelven al Castillo ...

-Bien, mejor ... Telila, lo que pase a partir de ahora no puedes contárselo a nadie, ¿entendido? No quiero ningún pero, esto es muy serio y no debe saberlo nadie, ni siquiera la Nana ... Es por el bien de Adah, te lo prometo.

Telila asintió con la cabeza y Hadasa dudó un momento de ella. Pero miró a Adah, y esta asintió también. Respiró hondo y cogió uno de los trapos, lo empapó bien en el pañuelo, escurrió el exceso y comenzó, con leves toquecitos a limpiar la entrepierna de Adah, mientras mandó a Telila hacer lo mismo pero en la cara. Después la lavaron el resto del cuerpo, quitándole el salitre y el polvo de tierra. Después, Telila se marchó a buscar un cubo de agua para poder lavarla el cabello y Hadasa se levantó para dirigirse a un cómoda que tenía en el otro extremo de la habitación. Rebuscó en un cajón y sacó un pequeño saco, volviéndose de nuevo hacia Adah. La agarró fuertemente de la mano y Adah se volvió para mirarla fríamente.

-Me tienes que contar lo que te pasó, Adah ... Solo así puedo ayudarte ...

Adah volvió el rostro en dirección contraria y notó como las mejillas se humedecían; eran las primeras lágrimas desde que ocurrió todo ... Hadasa le acarició las mejillas mojadas y Adah dejó escapar un leve gemido de llanto, casi ronco.

-Quiero agua ...-dijo Adah.

Hadasa cogió una jarra que tenía sobre una mesita auxiliar y un vaso para ofrecérselo a Adah. La ayudó a reincorporarse en la cama y la joven bebió a pequeños sorbos, para después caer desganada sobre la almohada. Tras unos minutos de silencio, que parecieron eternos, Adah se decidió por fin a contar lo ocurrido, pero omitió su Odisea hacia el Puerto de Limassol y el suceso con el hombre árabe, del que estaba segura que no era Altaïr ...

-Sabía que ese cerdo ...-dijo Hadasa completamente rabiosa, apretándo las muelas inferiores con las superiores a modo de contener la rabia- Te dije que tuvieras cuidado ...

-No me sermonees, Hadasa ... Yo tuve la culpa, nunca creí que fuera capaz de hacerme daño ... Estaba completamente sola, ¿qué podía hacer?

-Adah ... Ahora debes olvidar lo que pasó ... Lo importante son las consecuencias ... Si no arreglamos esto inmediatamente, la Nana se enterará de un modo u otro ...

Adah la miró con ojos tristes pero brillantes, donde se asomaba un destello de firmeza. Hadasa y Telila se miraron; mientras ésta última se mordía el labio inferior temiéndose lo peor. Hadasa posó su mano en el hombro de la muchacha para darla fuerzas.

-No te preocupes, querida ... Tu hermana saldrá de ésta .... Nadie se enterará qué ha pasado ... Solo nosotras tres ...


Altaïr llegó a la Casa de Asesinos y los demás se encargaron de cerrar todas las entradas y salidas de manera provisional. Dentro, Osman y Ahmed le esperaban con cara de preocupación. Osman se acercó al asesino mientras su otro compañero que se quedaba contemplando la escena con una frialdad pasmante debido a la situación en la que se encontraba el Credo, con los brazos cruzados por delante del pecho y ligeramente apoyado sobre la mesa, donde trabajaban para las próximas misiones.

-Altaïr, hermano, tienen que partir inmediatamente ...-susurró Osman, como si temiera que alguien les pudiera escuchar- Los Guardias no tardaran en llegar aquí, como en otros muchos sitios, dispuestos a encontrarte ... No podemos arriesgarnos a que nuestro punto de encuentro secreto sea descubierto por nimiedades como éstas ....

-A diferencia de otros enclaves ...-musitó Ahmed con pasmosa tranquilidad- Esta ciudad es muy pequeña comparada con otras, y viendo la situación actual de los Templarios y habiendo llegado tan lejos en nuestras misiones ... Para ellos tan cerca de su líder ... No me extrañaría para nada que pudieran poner la ciudad entera patas arriba con tal de encontrar a uno de nosotros.

-Por ello, hemos pensado que la solución sería mandarte a Kyrenia junto a la muchacha para que, una vez las cosas se hayan calmado aquí, puedas regresar y reanudar la misión.

-¿En quién debo confiar allí?

-Pasha ha recibido órdenes de esperarte cerca del puerto; en él puedes confiar, es de los nuestros.

-Esta bien ... ¿Ninguna novedad con ella?

-Para nada ... Es más tozuda que una mula- comentó Ahmed con una sonrisa torcida- La traeré ahora mismo ...

Una vez que Ahmed bajó por unas escaleras que bajaban al sótano, Osman le entregó los mapas y notas que había estado recopilando últimamente con toda la información sobre la Misión.

-No deben encontrarlas aquí o todos correremos peligro ... -le entregó una especia de saca con asas y le ayudó a ponérsela tras la espalda- Estos documentos estará a salvo si los llevas contigo.

-Lo entiendo ...-se quedaron en silencio, pero la tensión era palpable en el ambiente.

Ahmed subió con la joven Templaria completamente cubierta de pies a cabeza con ropas árabes: la túnica, un pañuelo que la tapaba el pelo y un chador por encima de todo aquello, para poder cubrir aún el rostro en caso de que captaran la atención de los guardias. Los ojos celestes de la joven destacaban entre todas aquellas prendas grises y neutras, con un cierto gesto de desdén; se sentía plenamente humillada.


-Aquí la tienes: como una mujer musulmana decente- comentó irónicamente Ahmed, mientras la daba un leve toque en la espalda para empujarla hacia adelante. María se giró para echarle una mirada de odio que podría haber matado a cualquiera de haber sido posible.

-Algún día me vengaré ...-masculló entre dientes.

-¡Vamos!-urgió Osman, dirigiéndoles hacia la puerta trasera, que conducía a un callejón bastante estrecho, mientras Altaïr se ponía una túnica encima de su traje para disimular las armas de su cinto y se ataviaba con un turbante en la cabeza.

-Gracias por todo, hermano ...-se despidió Altaïr, con una mano en el hombro de Osman, la cual apretó levemente. Se sentía culpable por aquella situación y de lo que podía derivar de ella- Cuídate, Ahmed.

Ambos les miraron marchar con un gesto de preocupación dibujado en el rostro, mientras María encabezaba la marcha, seguida de Altaïr, que tenía su cuchilla pegada a la espalda de la joven por si intentaba hacer alguna estupidez. Se unieron al resto de la gente, que caminaba de un lado a otro, sin aparente rumbo fijo, o que se paraban delante de los mostradores de los mercaderes que estaban repartidos a lo largo de la calles, bien de forma dispersa o en conjunto formando grandes mercados de puestos. Obligó a la joven a cubrirse la boca con el chadar en las zonas donde había menos gente por si se encontraban con alguna tropa de vigilancia o soldados apostados en las callejuelas menos transitadas.

En alguna ocasión, Altaïr tuvo que parar los pies a María cuando ésta, con la excusa de comprar algo de comida para el viaje, intentó comunicarse con los comerciantes para que la ayudasen y llamaran a la guardia. Intentando aparentar las formas, Altaïr solo la tomó de la muñeca y la propinó una bofetada mientras la maldecía en áraba; mientras, las gentes que sentía curiosidad y se quedaban contemplando la escena, no se sentían amenazados y pensaban que aquella mujer era una mala esposa que no obedecía a su marido musulmán y que por ello recibía su merecido, o quedaban aquellas manifestaciones de violencia conyugal como simples anécdotas sobre lo agresivos que eran los árabes con sus mujeres.

Al llegar al puerto, Altaïr convenció a un capitán de un barco comercial que se dirigía a Kyrenia que le dejasen viajar en la bodega a cambio de una cuantiosa suma de dinero. Aceptó de buen grado, aunque miró con cierta curiosidad a María, quien apartaba su mirada delatora con tal de no sentirse humillada una vez más en público.

-¿Por qué va tan tapada?-preguntó curioso, sin dejar de buscar el encuentro con la mirada de la joven, la cuál empezaba a sentirse molesta.

-Una buena musulmana debe evitar atraer la mirada de los hombres sobre ella-contestó Altaïr contundentemente, ya que le estaba empezando a impacientar la curiosidad del capitán.

Éste asintió y les dejó pasar, mientras disimuladamente mordía las monedas que le acababa de entregar el asesino; para él los gitanos y los árabes no distaban mucho en cuanto a confianza. Una vez en las bodegas, Altaïr permitió que María pudiera quitarse los velos que cubrían su cabeza y rostro. La joven respiró aliviada, secando el sudor que tenía en el nacimiento del cabello de la frente. La mayor parte de la trayectoria la pasaron en silencio, casi en estado de ensimismamiento, hasta que Altaïr atrajo su mirada sobre un anillo que tenía la joven en un dedo de la mano derecha, con el cual jugaba distraídamente jugaba mientras su mirada se perdía sobre las tablas del suelo de la bodega.

-Es un bonito anillo ...-comentó Altaïr, dando pie a una conversación sin quererlo.

-Fue un regalo de Roberto de Sable ...-se quedó un momento pensativa mirándolo- Cuando me tomó bajo su protección ... -suspiró, como si le costara hablar del pasado- Es lo único que me queda de mi relación con los Templarios en estos momentos ....

Se quedaron otro rato bastante largo más callados, sumidos en sus propias cavilaciones, cuando de repente Altaïr, como si hablara en voz alta sobre sus pensamientos, volvió a hacerla otra pregunta, que poco tenía que ver con el tema de conversación anterior.

-¿Estudiaste algo de filosofía ...? Esto ...

-María.

-Sí, María ...

-Solo pequeños trozos de documentos ... Pero nada más.

-El filósofo Empédocles predicaba que toda la vida en la Tierra comenzó de manera simple, en formas rudimentarias: manos sin brazos, cabezas sin cuerpos, ojos sin rostros ...-paró y sonrió sin saber muy bien por qué- Creía que todas estas formas tempranas se combinaron entre si, de manera gradual en el tiempo, creando toda la variedad de vida que vemos ante nosotros. Interesante, ¿cierto?

Ella se echó a reír de manera burlona antes de contestarle.

-No entiendo el sentido de esas divagaciones ..

-Solo una mente libre de impedimento es capaz de aprovecharse de la caótica belleza del mundo ... Esta es nuestra gran baza ...

Ella le miró con el cejo fruncido.

-¿Pero es el caos algo que se debe celebrar?¿Es el desorden una virtud?

-Si se presenta como ventajas, sí ... Pero la libertad produce mejores recompensas que la alternativa ...

Le miró como si estuviera loco y sonrió de nuevo. Altaïr continuó su discurso.

-El orden y la paz que los Templarios buscan requieren servicialidad y reclusión.

-Conozco esa sensación ...-contestó María, volviendo el rostro hacia el fondo de la bodega.