Fan Fiction

...Music ...

viernes, 25 de junio de 2010

Llegada a Chipre ...

Las muchachas andaban inquietas aquella noche. Muchas de ellas trataron en caer bajo los efectos del sueño y cansancio acumulados a los largo del duro día trabajando en le campo, pues temían ser capturas dormidas por algún soldado y ser arrastradas a lo largo del castillo, a un rincón desde dónde nadie pudiera escuchar sus gritos de auxilio. Telila era una de ellas. Acurrucada al lado de su hermana mayor, tratando de cerrar los ojos, se sobresaltaba al mínimo ruido. Adah, dulcemente, acariciaba los espesos cabellos de la joven.

-Tranquila, mi niña ... -susurró Adah, acercando su rostro a la mejilla de Telila- Estando yo aquí no te pasará nada ...

-Pero ... Otras mujeres han sufrido bajo las amenazas de los Cruzados ...

-¿Alguna vez me han tocado o alguna de nuestras hermanas más cercanas a nosotras?

-Pero ... Es porque tu eres especial Adah ... Incluso la Nana lo dice.

-Ellos creen que soy especial ... Tal vez por ello me dejan en paz ... Pero yo no soy tan diferente de ti u otra mujer que haya sido tocada por un Templario.

Callaron un instante. Adah dirigió su mirada hacia la ventana, donde de nuevo se colaban los débiles rayos de la media Luna, que reinaba aquella noche. Le podía sentir cada vez más cercano. Cada noche, observaba la Luna. Sabía que Ella era la mensajera. Sabía que solo con simplemente contemplarla podía saber cuánto faltaba para que Él llegase. Lo que no estaba tan segura de si quería huir. No quería abandonar a sus Hermanas, no quería volver alejarse de Ellas; no de nuevo.

El corazón le dio un vuelco al imaginarse aquello, como sería perder a su hermana pequeña y la Nana ... Incluso las demás muchachas, que conocía desde que ella pudiera recordar ... Su mirada volvió son el rostro dulce y aniñado de su hermana y acarició sus delgadas mejillas, retirando un rebelde tirabuzón oscuro. Ella suspiró y se acurrucó un poco más cerca de Adah, casi en posición fetal. Recordó que ambas pertenecían a la misma madre, pero de diferente padre; aunque, tristemente, ninguna de las dos pudo conocerla.

La Nana siempre decía que era una buena mujer, pero que Dios tenía preparado un destino diferente para Ella. Al nacer Telila, desapareció, simplemente. Adah solo recuerda de su madre su continua ausencia, un vacío en el pecho, como si una parte del corazón se le congelara cada vez que intentara acordarse de Ella. Nana era la madre de su madre. Pocas veces tenía ganas de hablar sobre Ella, como si a pesar de la pena que pretendían transmitir sus palabras, el tono de su voz no acompañara y solo se denotara un deje de decepción, como si la madre de Adah hubiera echo algo malo y solo Ella supiera ...

Siguió acariciando la mejilla de su hermana como en una especia de proceso hipnótico. Sin darse cuenta, cada acaricia se hacía más fuerte. El reverso de su mano se pegaba y arrastraba lentamente por la piel del rostro de su hermana. Sus ojos se agrandaron, ensimismados y perdidos en la nada. No veía nada. Aunque sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, toda la información percibida se había perdido de camino a su mente. Una fuerza se apoderó de su brazo, no era Ella. Su cabeza parecía un bombo, constantemente golpeado como un tambor. Su brazo temblaba, al igual que sus dedos. Telila abrió los ojos, pero Adah no la vio.

Sintió el terrible impulso de golpearla, de abofetear el rostro de su hermana. Ella lo sabía, seguro. Sabía algo de su madre que Adah no sabía. Adah estaba seguro de eso. Quería sacarla la verdad, toda la verdad que la estaban ocultando. Su cuerpo se elevó sobre el de su hermana y la agarró la muñeca con fuerza. No veía nada. Notó como su brazo se elevaba, tomaba impulso para golpear con fuerza, no sabía bien donde. El Odio la invadía por dentro. Ella tuvo la culpa. Toda la culpa. Si no hubiera nacido, si no hubiera existido, quizás, solo quizás su Madre estaría ahora mismo a su lado, durmiendo y abrazándola ... Acariciándola como Ella también antes había hecho con la mejilla de Talila.

-¡Adah!- un grito ahogado, débil salió de la temerosa boca de su hermana pequeña.

Adah abrió los ojos, y pudo ver. Su hermana tenía los ojos apretados, con fuerza y miedo. Miró lentamente a su alrededor y pudo ver que algunas hermanas la observaban como gatos temblosos desde la oscuridad, abriendo sus grandes ojos oscuros y rojizos de sueño. Adah volvió a mirar a su hermana y la levantó por la muñeca que tenía agarrada. La apretó con fuerza contra su cuerpo, a modo de un perdón silencioso. A penas podía escuchar la respiración entrecortada de su hermana, aún temblando en su brazos.

-Lo siento ...-musitó Adah con voz ronca.


Llegaron en plena noche, y como furtivos, descendieron los tres en fila. Altaïr dirigía la marcha mientras Ahmed se encargaba de la retaguardia. María estaba justo en el medio, custodiada como una prisionera. Al llegar al puerto, un grupo de hombres, escondidos tras las sombras de sus capas, les hicieron un alto. Altaïr ordenó parar con un suave gesto en la mano, mientras Ahmed extendía los dedos de su mano, listo para sacar la cuchilla en caso necesario.

-¿Quién sois? ¡Identificaros!- exclamó el hombre más adelantado del grupo, sin que Altaïr fuera capaz de reconocer los rasgos del mismo con su vista de águila.

-Hahshashins ...-respondió Altaïr. Ahmed bufó indignado.

-¿Cuántos?

-Solo dos; traemos a un prisionero con nosotros.

-Entonces seguidnos, hermanos. Mi nombre es Osman.- éste se acercó y extendió su mano. El dedo que se encontraba entre el corazón y el meñique estaba cortado. Entonces, solo entonces, Altaïr confió plenamente en ellos y los siguió, iniciando la marcha sin dudarlo.

Al llegar a la casa de asesinos, encerraron a María en las bodegas, antes de comenzar la planificación y ubicación de los objetivos inmediatos. En la habitación trasera que había detrás del mostrador, idéntica a cualquier otra Casa de Asesinos. Sentados en círculos sobre una gran alfombra turca extendida en el suelo, Osman saco una pipa de agua y mientras los otros tres miembros, junto con Ahmed y Altaïr, discutía sobre una mapa la mejor manera de abordar la situación.

-... No, eso no es buena día ...-comentó Osman, al mismo tiempo que trataba de encender el carboncillo sobre la cacerola del tabaco- Los Templarios están muy bien organizados; el nuevo líder, Armand Bouchart es más listo que su predecesores y no sale de la fortaleza tan fácilmente: prefiere no exponerse demasiado y sean los demás los que cobren por él ... Además, informaciones recientes indican que hace unos días llegó una nueva tropa procedente del Sur de Inglaterra para reforzar su guardia personal. El capitán de esa tropa es Frederick el rojo, que participó en las últimas batallas entre Saladino y el rey Ricardo corazón de León, incluyendo los asedios de Jaff en el 92 ... Antes de poder llegar a Bouchart, tendremos que acabar con sus lugar tenientes, sino, no habrá manera ...

-Y si matamos a todos, Bouchart se dará cuenta de que vamos detrás de él y tratará de escapar a Europa, donde no tenemos ningún tipo de apoyo- contestó Altaïr molesto.

-De eso estoy encargándome yo; estoy estableciendo los primeros contactos con Estambul para expandir nuestra influencia por Europa y reclutar más asesinos; cuando los Templarios se casen de las Cruzadas sin sentido, volverán a Europa y allí concentrarán toda su atención de nuevo para hacerse más fuertes.

-Europa no es nuestro problema ... Nuestro problema es Adah.

Todos cayeron en un silencio incómodo mientras Ahmed echaba el espeso humo blanco, lentamente por su boca y pasaba la pipa. Altaïr suspiró y tomó la pipa, agarrando la boquilla entre los labios sin demasiado entusiasmo y aspirando pequeñas bocanadas que en el mismo momento que tocaban su paladar, salían en transparentes y escasas humaredas a través de las comisuras de sus labios.

-¿Y qué piensas hacer con la otra muchacha?-preguntó Osman.

-Tiene que servir para algo ... Ella es uno de ellos ... Pero aún no sé cuál es el grado de importancia e influencia que tiene aún ... Ahmed y yo la vimos discutir con sus otros compañeros antes de hacerla prisionera ...

-Será mejor que intente hablar con ella ... A lo mejor puedo sacarla algún tipo de información útil ...

-No, de eso me encargo yo- contestó contundente Altaïr, mientras pasaba la pipa y se levantaba con intención de alejarse de aquella situación incómoda y sacar algo en claro de una vez de todo aquello.

Al bajar a la bodega, la joven Templaria se le quedó mirando con sus ojos claros de gata Persa, desde la oscuridad del rincón en el que estaba amarrada a una viga de madera. Altaïr encendió una lámpara de aceite para alumbrar mejor su rostro y se sentó a medio metro de distancia por precaución.

-¿Qué quieres?- soltó de buenas a primeras la joven, como si aquellas palabras fueran escupidas con rabia.

-Necesitamos información: ¿qué pretenden los Templarios? ... Tal vez si colaboras, tu vida no correrá peligro-contestó Altaïr, siempre directo y claro en sus intenciones.

-¿Qué obtengo a cambio?

-No esperes la libertad, pero puede que seas la única superviviente de la Orden Templaria después de que acabemos con esto ... Creo que es un trato justo.

-Eres incapaz de matar una mujer; lo sé ... Por eso la última vez me dejaste escapar.

-Puede que yo si, pero te aseguro que Ahmed no le temblará la mano si es necesario ...

-¡Cobarde!- y le escupió en la cara. La cicatriz del labio de Altaïr quedó salpicada.

-Ahorra esa saliva para cuando te mueras de sed ...-sentenció Altaïr, pasándose lentamente la manga de la túnica, mientras se levantaba para dar por concluido aquel primer interrogatorio.

Al subir arriba, Ahmed esperaba paciente. Cuando Altaïr se encontró con su profunda mirada oscura, asintió dando paso a una orden. Con mucha parsimonia y una sonrisa torcida, tan parecida a la de Altaïr que casi podrían confundirse como hermanos, bajó a la bodega. Osman miró a Altaïr con cierto temor, pero Altaïr ignoró por completo aquello y se puso a rellenar su pipa de hachís, como solía hacer cuando su propia templanza le fallaba. Al aspirar la primera calada, más dulce de lo normal, escuchó un aullido chillón que provenía de las bodegas ... Pero para entonces, su cabeza comenzó a perder el control absoluto de sus miembros, empezando por su propio cuello, y se dejó caer sobre los almohadones dispersos por la alfombra, mientras la pipa se deslizaba por entre sus dedos temblorosos y aquellos gritos de dolor se transformaban en una macabra nana que le hizo sumergirse en un profundo sueño, donde sus ojos cansados se confundían con sus propias lágrimas ...